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Les-Salauds-Los-canallas-críticaNo se entienden los remilgos de la distribuidora española de Les salauds a la hora de traducir (o de no traducir) el título de la cinta de Claire Denis. Si de algo vamos sobrados por aquí es de ‘hijos de puta’, de ‘cabrones’; de mala gente, en definitiva. Aunque a juzgar por la historia que Denis ha pergueñado, allende los Pirineos tampoco andan cortos de existencias.

Les salauds comienza con un suicidio y una chica desnuda, recién violada, caminando hierática por las calles de París. De Noche. Siempre es de noche en Les salauds. La oscuridad es literal y figurada a lo largo y ancho de la cinta. En clave de thriller de la ‘alta suciedad’ Denis carga sobre las espaldas de esa máquina de testosterona a la vieja usanza que es Vincent Lindon el peso de una búsqueda frenética a la manera polanskiana, desasosegante, que inevitablemente ha de ir a parar a los bajos fondos de la moralidad, pero también de un viaje quizá más doloroso hacia las miserias y los enfermizos secretos de familia. Según Denis, los ‘hijos de puta’ pueden ser estirpe, reyes Midas a la inversa.

Y a pesar de esa contundente subida de telón, que se sobra y se basta para captar la atención del respetable pero que puede resultar un arma de doble filo si se tiene hora y medio por delante que rellenar, la directora gabacha juega a la deconstrucción de la trama, a tirar del hilo –o a tensionarlo-. Regándolo todo de una sexualidad fetichista y animal, sale victoriosa aunque todos sepamos que en Les salauds nadie va a ganar nada.

Francia sigue jugando en otra liga. Desde aquí abajo sólo podemos mirar y aprender/envidiar.