Un-amigo-para-FrankSi Juan Solanas se inventó hace poco un carísimo universo extraterrestre en Un amor entre dos mundos para desperdiciarlo contando una insípida historia de amor juvenil, Jake Schreier  y el guionista Christopher Ford se marcan una jugada parecida con la relación, en un futuro inminente –casi el año que viene, como el otro que dice-, entre un hombre mayor, viejo ladrón de guante blanco, con preocupantes síntomas de Alzheimer, y su robot-ayudante.

Jugadas parecidas, sí; pero con importantes matices que hacen de Un amigo para Frank un producto mucho más justificable y disfrutable que el affair entre Kirsten Dunst y Jim Sturgess. Para empezar, Schreier no se deja el PIB de El Salvador en su película. El mundo que recrea es, a grandes rasgos, nuestro mundo, nuestro planeta Tierra; sólo que un poco más lleno de gadgets y estupidez, si es que algo así es posible. Por ello no resulta demasiado sangrante que las referencias a ese futuro en que robots y humanos interactuarán con toda normalidad no contengan grandes reflexiones sociales o éticas; en ese sentido, Un amigo para Frank se alinea antes junto a Cortocircuito que junto a 2001 o Inteligencia artificial. Tampoco el drama del Alzheimer es objeto de escrutinio aquí. En su lugar, Schreier y Ford optan por una película pequeña, sencilla, de tono amable, donde las pinceladas sobre la deshumanización o el siempre a mano conflicto generacional son accesorias, y que deriva en un entretenido pasatiempo de policías y ladrones.

Un amigo para Frank no entrará en los anales de la ciencia-ficción, pero es bienvenida por su falta de pretensiones y por darnos la oportunidad de disfrutar de los sensacionales Frank Langhella y Susan Sarandon. No están muy boyantes estos tiempos para los actores de más de 60 años. Sólo por eso, gracias, Mr. Schreier.