Pascal Laugier llega a Hollywood con las ideas poco claras y no sería de extrañar que, visto lo visto en ‘El hombre de las sombras’, saliera rebotado hacia su Francia natal sin más explicaciones.
Para mayor gloria de una esforzada aunque inocua Jessica Biel, que además produce el artefacto, Laugier le vende al respetable una cinta de terror psicológico al uso, ambientada en tétricos bosques y caserones de la América profunda, pero lo que en realidad entrega, docenas de trampas después, es un ‘mensaje’ al mundo sobre el sufrimiento de los niños nacidos en entornos hostiles. Mensaje que, siendo mal pensados, podría tener incluso un punto fascistoide, aunque eso queda a discreción de los señores espectadores. Sea como sea, ‘El hombre de las sombras’ ni asusta ni zarandea conciencias; si acaso intriga mínimamente conocer el desenlace de esos bandazos a que nos somete el guión de Laugier. Nada más. O sí… Algo más: ¡qué daño ha hecho Shyamalan!