Dayna-Kurtz-Málaga-2010Dayna Kurtz tomó tierra en Málaga para su mini gira española –tres fechas en tres días- y dejó algo muy claro: artistas como ella juegan en una liga diferente a la del resto, porque los demás sólo pueden mirarla desde un escalón inferior, llenos de buenas intenciones y con mucho corazón, quizá, pero Kurtz es intocable.

Se presentaba la de New Jersey en el Teatro Cervantes para dar carpetazo al en el 24 Festival Internacional de Jazz, y preparó un repertorio en el que los espíritus de Billie Holiday y Nina Simone se hicieron presentes sobre las tablas del decimonónico teatro malagueño. También tiró Kurtz de clásicos propios (“Love gets in the way”, “Venezuela”, «Are you dancing with her tonight?») pero esta velada venía llena de jazz y blues, de oscurísimos temas de la primera mitad del siglo pasado que, como Dayna se encargó de comentar, formarán parte de su próxima entrega discográfica. Junto a su versátil pianista, Peter Vitalone, sin separarse mucho de su botella de Jack Daniels, convirtió el lugar en un antro clandestino del Chicago de los años 30.

Ni el jet lag, ni los persistentes problemas de afinación en sus guitarras –que Dayna sorteaba tirando de ‘juramentos’ neoyorquinos- opacaron una velada memorable de música con mayúsculas, de música ‘seria’ hecha e interpretada para ser degustada por propios y extraños; porque el talento de Kurtz es como una corriente eléctrica universal que se transmite, se percibe, más allá de lenguajes o géneros. Nos supieron a muy poco esos 90 minutos del sábado noche, y es que uno nunca puede tener suficiente cuando lo sublime hace acto de presencia. La garganta de Dayna Kurtz es un regalo de los dioses, sean esos quienes sean.

Por fuera Dayna es una mujer judía y residente en el centro de Nueva York, piel adentro todo en ella se torna en un contundente tono negruzco. Llegó, vio y (con)venció. Y a por el siguiente grupo de afortunados y afortunadas mientras nosotros aún seguimos con la boca abierta.