wild-honey-mainMelodía, melodía y más melodía… y buenas vibraciones. Eso es Wild Honey, el proyecto liderado por Guillermo Farré, una precisa y minimalista máquina de hacer canciones que no necesita veces más que un ukelele o un buen coro de palmas para dar rienda suelta a su creatividad.  Si uno se enfrenta a su debut, “Epic handshakes and a bear hug” (¡maravilloso título!) sin más armas que unas orejas bien abiertas podría pasar por cualquier gema oculta de los días en que Cat Stevens aún se llamaba Cat Stevens, o Joni Mitchell llamaba a su taxi amarillo desde el escenario de Woodstock ’69. Delicioso como la miel, reconfortante como el abrazo cariñoso de un úrsido. Así es Wild Honey.

Guillermo Farré es Wild Honey, pero… ¿Wild Honey es solo Guillermo Farré?
Empecé Wild Honey con la idea de ir grabando canciones en casa a mi ritmo, como algo paralelo a Mittens, el grupo en el que toco el bajo. En 2008 me lancé a sacar esas canciones a la luz publicando un EP y el siguiente paso fue tocar en directo con más músicos, tratando de reproducir en un escenario lo que estaba grabando en casa. Así que como concepto de estudio Wild Honey sigue siendo un proyecto personal, pero para directo me echan una mano un montón de amigos.

Lo de escribir por tu cuenta y luego ‘arreglar’ ese material con una banda, ¿es porque tienes una absoluta seguridad en ti mismo o por todo lo contrario?
Todo el disco lo he grabado yo en casa, excepto aquellos instrumentos para los que soy un absoluto negado, como la batería. La decisión de grabar por mi cuenta no tiene que ver con la seguridad en uno mismo, es más bien una manera más rápida de avanzar, tomar decisiones y saltarme consensos. Con Mittens tengo todo lo bueno de tocar en un grupo, como las diferentes perspectivas para acercarte a una canción y el trabajo en equipo. Lo bueno de Wild Honey es que puedo ir tomando decisiones a mi ritmo y tocar todos los palos que me va apeteciendo.

El nombre de tu disco, “Epic Handshakes and Bear Hug” suena a algo muy intenso. Como a un reencuentro después de un viaje muy largo. ¿Qué hay detrás de ese título? 
Es un trozo de la canción “One Word Prayer” que está incluida en el disco. Muchas de las canciones de Wild Honey parten de un hecho o una historia concreta que luego se convierten en algo más abstracto. El punto de partida de esta canción es la muerte de Bobby Fisher y, en concreto, de su entierro en un cementerio islandés. Así que más que un reencuentro, el saludo al que hace referencia el título del disco es más bien una despedida.

Wild Honey hacen canciones en inglés, pero no es el wachu-wachu-duduá habitual en muchas bandas españolas. ¿Crees que es importante no sólo hablar el idioma, sino pronunciarlo bien?
Yo canto en inglés un poco por inercia. Empecé haciendo canciones con quince años imitando lo que escuchaba por entonces: Black Flag, Circle Jerks o Screeching Weasel, y al final sacar melodías con la guitarra lo he asociado siempre con cantar en inglés. Como le doy la misma importancia a las letras y a las melodías, trato de ser consecuente con mi decisión de escribir en inglés y para ello trabajo a fondo los textos y cuido la pronunciación para que las letras sean algo comprensible, no un mero relleno.

Citas muchísimas influencias musicales, pero quedémonos en cuatro que nos han llamado la atención: Gainsbourg, Mary Poppins, Marc Bolan y Hank Williams. ¿Qué dirías que te inspira cada uno de esos nombres (si es que algo así es calibrable)? 
Me gusta música muy diferente y de épocas diversas, aunque creo que no todo se refleja en lo que hago en Wild Honey. Gainsbourg es sin duda uno de los mejores escritores de canciones de los años 60, para mí la década donde se escribió la mejor música pop, me encanta cómo fundió la tradición de la chanson francesa con toda la influencia anglosajona de la música que se hacía por entonces. Los hermanos Sherman, que escribieron la banda sonora de “Mary Poppins” y de multitud de películas de Disney de la época, me parecen unos genios. Tenían la fórmula secreta para escribir melodías inmortales, aunque puede que esta fascinación venga de haber visto infinidad de veces esas películas cuando era pequeño. De Marc Bolan me interesa sobre todo la época de T-Rex como superestrella de pop, tiene una voz preciosa y muchos de los hits de aquella época son auténticos temazos. Y Hank Williams es uno de mis compositores favoritos de todos los tiempos, en los pocos años que vivió creo toda una iconografía propia que ha marcado la música country contemporánea.

Eres admirador de Phil Spector, suponemos que del Spector productor… ¿Qué te parece el personaje? ¿Crees que habrías aguantado un mesecito con él entre las cuatro paredes de un estudio? 
Phil Spector es de los personajes más estrambóticos de la historia del pop y efectivamente uno de mis favoritos. A parte de todos sus escándalos fue un visionario a la hora de desarrollar técnicas de producción y, sobre todo, supo rodearse de la gente adecuada. Si pudiera viajar en el tiempo, sin duda uno de los momentos a los que asistiría sería a alguna una sesión suya en la que estuviera trabajando mano a mano con Ellie Greenwich y Jeff Barry.

Es innegable que gente como Spector cambiaron el rumbo de la música pop, lo que nos lleva a esa difícil disociación entre artista y persona. ¿A un genio hay que perdonarle todo lo que haga en su vida privada o tal vez ‘perdonar’ no sea la palabra adecuada aquí?
Son innumerables los casos que encuentras a lo largo de la historia de gente muy capaz en sus disciplinas que luego eran unos ogros en su vida privada. Yo trato de quedarme con la música, la literatura o el cine que esas personas produjeron, aunque en muchos casos sea algo difícil y ambas cosas acaben fundiéndose.  

Para unos, Wild Honey puede entrar en el saco del ‘americana’, para otros en el ‘indie-pop’. Para ti, ¿importan esos ‘sacos’? Es más, ¿crees que definen siquiera a los artistas que se meten dentro de ellos?

Como buen fan de la música, me encantan las etiquetas a la hora de ordenar mis discos, o contarle a alguien cómo suena un grupo. Pero a la hora de describir tu propia música es todo mucho más difícil y ves las etiquetas como una especie de corsé. Más que americana (que no me gusta nada como etiqueta) o indie-pop, yo haría una adaptación del término “sunshine pop” a “pop luminoso”. Bard Jones, que mezcló el disco, dijo que el disco sonaba a “cosmic bedroom music”, que también me gusta mucho.

Dylan acaba de sacar un disco de navidad, lo que nos pone cara a cara con la realidad: nuestros iconos o están muertos o se están haciendo ya muy mayores. ¿Qué pasará cuando Bob, Neil Young, Cohen, Waits, etc. ya no estén?
Es complicado que vuelvan a aparecer iconos tan importantes como esos, ya que surgieron en una época en la que las convenciones sociales y el lenguaje de la música popular estaban cambiando. Hoy día es todo mucho más atomizado y toda ruptura es menos traumática que entonces, por lo que una personalidad tan fuerte como la de Bob Dylan pasaría más desapercibida. Esto no quiere decir que no se siga haciendo muchísima música alucinante, tan vibrante como entonces, es simplemente que el alcance y su carácter iconoclasta es difícil de repetir a día de hoy. Por cierto, el disco de Navidad de Bob Dylan me ha encantado, y me siguen interesando mucho los discos que ha editado en los últimos años. 

Para los mitómanos, 2009 será recordado, inevitablemente, como el año en que Michael Jackson murió. ¿Formaba parte de tu imaginario Jacko?

Me gustaba mucho Michael Jackson cuando era pequeño, pero tampoco le he hecho mucho caso luego. Sí que me parece alucinante la primera época de los Jackson 5, eran el grupo bubblegum definitivo. De las etapas posteriores, me quedo más con la fascinación que me producía el personaje público que con la música que hizo. 

Es inevitable preguntarles a los músicos jóvenes por todo este cisma de internet o las nuevas medidas que quiere implantar González-Sinde para ‘controlar’ a los usuarios de la red de redes. ¿De qué lado te posicionas (si es que hay que posicionarse de alguno)? 
Estoy totalmente en contra de que se persiga a la gente que se descarga música. Pero también creo en la responsabilidad de cada uno: si me gusta un disco, siempre trato de comprarme la edición física ya que soy consciente de que hay un esfuerzo detrás, sea de un grupo o de un sello pequeño, que tratan de recuperar una inversión para seguir haciendo cosas. Lo que me molesta mucho es que el debate público sobre este tema esté manejado únicamente por la élite de la industria clásica y por entidades de gestión privadas como la SGAE. Es cierto que es una época muy difícil para la industria musical clásica (de la que forman parte multitud de sellos pequeños, que son y han sido vitales a la hora de descubrir grupos, montar conciertos, financiar discos y que son el motor de muchas cosas para los que nos gusta la música), pero al mismo tiempo es una época fascinante para los creadores, ya con las nuevas tecnologías se han abierto muchísimas puertas para poner en marcha multitud de iniciativas al margen de los procedimientos tradicionales. Y es un hecho importantísimo que se debería promover, no censurar, y que debería formar parte del debate.

¿Qué metas se va a marcar (o se ha marcado) Wild Honey para el nuevo año?
El disco lo he autoeditado y no tengo distribución tradicional, con lo que todo lo que está sucediendo con el disco (las reseñas que están saliendo, los discos que estoy vendiendo por correo, las descargas que lleva…) ya me parece alucinante. Mi idea para 2010 es tratar de tocar lo máximo posible, salir fuera de Madrid y seguir haciendo canciones para el próximo disco. Además, sobre marzo o abril se publicará el primer disco de mi otro grupo, Mittens, con lo que espero tener un año bastante ajetreado.