tulsa-mainCasi todos los artistas admiten llevar dentro a un exhibicionista, casi todos buscan, en el fondo, lo que todos buscamos: ser queridos, y el aplauso es siempre una bonita muestra de amor. Con ese exhibicionismo intrínseco llegan las máscaras. Al artista le gusta disfrazarse, convertirse en otro toda vez que tiene un escenario bajo sus pies. Lo llevan en la sangre. Sin embargo, nuestra protagonista, Miren Iza, corazón y alma de Tulsa, hace gala de una desnudez insólita cuando se planta delante del micrófono. Desnudez que no sólo transmite con el frágil terciopelo de su voz, sino también desde esa decidida vocación por confesarse, canciones mediante, en desarmantes declaraciones de amor (o de despecho, o de puro deseo). Con Tulsa sobran las comparaciones, sobran las referencias, los sacos y las etiquetas, salvo quizá una: en la galería de los artistas sinceros y honestos, esta gipuzcoana tiene por derecho propio un lugar destacado.

Tu nuevo trabajo se llama “Espera la pálida”, ¿un juego de palabras o… quién es ‘la pálida’? 
No, no es un juego de palabras, para mí es la muerte que espera, fuera de una habitación, aburrida. De todas formas buscaba un poco de ambigüedad en «la pálida», así que cada uno elija lo que le sugiere.

Dos discos en cuatro años. Para unos puede ser un intervalo de tiempo razonable, a otros les gustaría que sus artistas de cabecera saliesen a disco por año. ¿Qué opinas tú? 
Bueno, en realidad no son cuatro años, porque el anterior salió en mayo 2007. Son dos años y medio, pero como si son diez; no lo veo importante. Pienso que los músicos o los escritores tienen que sacar discos o libros cuando tienen algo que ofrecer. No entiendo a los que parece que tienen la consigna decidida de sacar un disco al año para que les tilden de prolíficos o sus fans no se olviden de ellos, y por eso sacan discos mediocres.

Ha escrito de ti Juan Manuel Freire que sabes “sacar oro musical de los pozos del desengaño y el desánimo”. ¿Los momentos felices no suelen ser tan fructíferos para la Miren compositora?
En realidad los momentos felices son más importantes, ya que lo alimentan todo, toda la energía se dirige a que ese momento feliz se perpetúe y son los que también dan sentido a los momentos melancólicos. Los levemente melancólicos, porque la tristeza profunda y mantenida no vale para nada, lo destruye todo.

A Tulsa se les suele meter en el saco del ‘americana’. El propio nombre de la banda ya da pistas y es innegable la herencia yanqui, pero al mismo tiempo al hablar de tu voz se menciona a gente como Cecilia, y acabas de versionar a Jeanette junto a Enrique Bunbury. O sea, americana, tal vez, pero con matices… ¿no?
Claro, el matiz del idioma y de las historias que no están inspiradas en el Mississippi, sino en algo parecido al Nervión. Eso hace que la cosa sea autóctona y casera, de otra manera sería un poco  impostado, ¿no?

¿Cuáles han sido las heroínas, musicales o no, de Miren Iza?
Mi abuela, Lady Macbeth (ésta como anti-heroína, porque prefiero las buenas personas)… y Spiderman. Bueno, en realidad este último no fue mi héroe, pero me disfrazaron de él a los 6 años, cuando las niñas de mi clase iban de princesas, y eso lo convirtió en un icono familiar.

He perdido la cuenta de todas las cantautoras que han surgido de un tiempo a esta parte en España. Tú llegaste antes, que quede claro, pero… ¿alguna teoría para este fenómeno? ¿Por qué tantas solistas y tan pocos grupos femeninos (al menos en lo que se refiere a la primera línea de ‘batalla’)? 
No sé, me da un poco de pereza pensar en esto. Me veo muy diferente a todas ellas, más allá del género femenino. Pero es bueno, espero que dure y que haya recambios. Respecto a lo de solistas frente a grupos, yo considero que tengo un grupo; no funciono para nada sola, aunque todos los demás sean hombres.

En “El duelo” hay referencias bíblicas. ¿Estás atravesando una etapa cristiana a lo Dylan o es un mero recurso narrativo? 
Salió a partir de un cuento muy gracioso y patético de Nabokov y, aprovechando que estaba tomando decisiones importantes en mi vida, pensé que sería fácil tomar un camino u otro según quién ganara un duelo entre la noche y Moisés, el corazón y la razón. No me acuerdo qué decidí.

Hace mucho que escribes canciones en castellano, aunque las primeras noticias tuyas que tuvimos fueron en la lengua de Shakespeare, al frente de Electrobikinis. ¿Sentiste que sólo podías hacer letras que de verdad te llenasen en tu lengua madre?
Sí, en inglés me sentía como un nadador con una piedra de 20 kilos atada al pie.

Por cierto, ¿qué dirías que te queda de la Miren ‘punki’ de Electrobikinis? 
Me gusta pensar que quedan muchas cosas. Creo que lo más importante es conservar la inocencia que se tiene cuando se empieza a tocar, porque el mundo de la música es muy petardo y es fácil contaminarse. Eso preserva la forma de hacer canciones, que tiene que ser honesta y fiel a lo que cada uno es. Otras muchas cosas relacionadas con engorros de la inmadurez las he destruído con atino.

Tienes la habilidad o la virtud de soltar un “me cago en mis muertos” y hacer que suene igual de solemne que cualquier otra línea del disco. ¿Lo que importa es el fondo y no las formas?
No creo, las formas también son importantes. A veces me gusta percibir la belleza en sí misma, sin que esconda ningún otro significado, como simple proveedora de los sentidos. También soy fan de los buenos modales, porque sólo así perder lo papeles y decir barbaridades es satisfactorio.

Acabo de encasquetarte un adjetivo, ‘solemne’, con el que en realidad no sé si estarás muy de acuerdo. ¿Te parece que tu música es así? Seria, ‘solemne’…  
¡Joder, espero que no! Son conceptos que no asocio a la música de nadie. Si algún día me doy cuenta de que eso es lo que hago, lo dejo. Y a otra cosa.

¿Y cómo afronta (o defiende) una un repertorio eminentemente sombrío si resulta que por un casual se ha levantado como unas castañuelas? 
La verdad es que casi siempre me levanto como unas castañuelas. Tengo buen despertar. Menos mal que los conciertos suelen ser por la noche y la jornada se encarga de colmarme de mal humor. (Risas)

En el cancionero de artistas abanderados de la oscuridad o la melancolía (digamos Cohen, digamos Nick Cave) llega a haber mucho de autoparodia, sobre todo a medida que se hacen mayores. Tanto Cohen como Cave se ríen a menudo y públicamente de sí mismos, como si dijeran: “eh, no me toméis tan en serio, porque en el fondo lo mío es muy triste”, y me viene a la cabeza el “No Pussy Blues” de Nick con Grinderman. ¿Es inevitable que el compositor que lidia una y otra vez con ciertos sentimientos, ciertas profundidades, acabe dándose de bruces contra el sarcasmo? ¿Te has encontrado a ti misma mirándote desde fuera y riéndote de lo que ves? 
Claro que me pasa. Cualquier sentimiento que queda congelado en una canción suele perder vigencia para el autor con el paso del tiempo, y creo que esa sensación que dices de «¡hey, que tampoco lo digo tan serio!» ocurre cuando avanzas en tu vida pero tienes que seguir cantando canciones que has escrito hace tiempo y que ya no te crees, y tienes que interpretar en el sentido literal de la palabra. Esto en el caso de Nick Cave y Leonard Cohen es claramente flagrante. Como yo no soy actriz y me quedo a mitad de camino en esta interpretación, muchas veces me sale el tiro por la culata y me resulto ridícula, pero en fin, tampoco nunca esperé mucho más.

En marzo vas a dar unos cuantos conciertos con Christina Rosenvinge, en un doble cartel tan interesante como lógico. No era tan de esperar, sin embargo, el dueto del que hablábamos antes junto a Bunbury, aunque ese “Frente a frente” da la razón a los que dicen que de las mezclas extrañas pueden nacer momentos sublimes. ¿Cómo surgió esa colaboración?  
Me lo ofreció y acepté. Además, en ese momento esa canción era una descripción fiel de mi vida, así que pensé que no podía decir que no, que se trataba de un designio superior, o algo parecido…

Si una gitana, bola de cristal mediante, te hubiera profetizado hace 15 años que acabarías cantando por Jeanette junto a ese tipo que, cual mesías del rock and roll, movía a las masas al frente de Héroes del Silencio, ¿te habrías largado sin pagar de su barracón?
Hombre largarse sin pagar es muy indecoroso, pero probablemente me habría llevado algún cachivache de su oficina.

Ya hemos hablado bastante de estados de ánimo carenciales, melancolía y otras hierbas, así que, que no se diga… para terminar dinos tres discos que te dibujen ipso-facto una sonrisa en la cara (y no valen Nick Drake ni Nacho Vegas, o concluiremos que lo tuyo definitivamente no tiene remedio).   
(Risas) Deberías dejar que tenga las obsesiones que quiera. Pero, por ejemplo, podría nombrar “Harvest”, de Neil Young, “Figure 8”, de Elliot Smith, y “Tomorrow the Green Grass”, de los Jayhawks.