Más allá de calificativos como ‘musa del underground’ o el sambenito de ‘pj harvey española’, Maika Makovski acaba de dar soberano un puñetazo encima de la mesa con su tercer disco, homónimo para más señas, en el que demuestra que, como su trayectoria vital, plagada de sitios, de ciudades, su música puede serpentear entre géneros y estilos, del blues al pop, de lo eléctrico a lo acústico y mantener siempre y en todo momento una fuerte personalidad. Maika lleva a gala una versatilidad compositiva e interpretativa inusual que la hacen mutar a placer de heroína rockera a frágil trovadora o dama del blues según la ocasión, la canción, lo requiera. Conozcamos un poco más de esta ciudadana del mundo afincada en Barcelona.
Mallorquina, sangre andaluza y macedonia, barcelonesa de residencia, neoyorquina eventual… pero en la música de Maika Makovski lo que pesa es el influjo gringo, ¿no?
No sé muy bien cómo es, si te soy sincera. Canto en inglés, quizá si lo hiciera en castellano tu pregunta cambiaría, porque al escribir no tengo en mente otras músicas. En ese sentido supongo que funciono de manera distinta a muchos compañeros de profesión, porque para mí las canciones no nacen de querer hacer sonar algo de una manera determinada, sino que suenan como lo hacen porque tenía algo que decir que requería un ambiente sonoro u otro. Supongo, por otro lado, que he escuchado mucha música “gringa”, además de vivir por territorios ídem y eso se debe traducir, pero no sé si más que la copla que escuchaba la abuela los domingos o los boleros que ponía mi madre en el coche. Hay muchas sutilezas en la música y en las letras de los géneros tradicionales (el folklore) a las que he estado expuesta de pequeña y que he absorbido; por ejemplo, en la copla tienes la religión, de una manera velada, filtrada, como lo está en la cultura. La culpa, el pecado, la opresión, todas llevadas hasta el extremo, y un extremo tiende a compensarse con el extremo opuesto. Bueno, pues esa detonación es mi idea de la pasión, y está presente en mi música tanto o más que cualquier influencia al uso. Espero no haberte pegado el rollo. En mi proceso pesan muchas otras cosas además de la música y te estaría mintiendo a medias si sólo te hablara de formas.
¿Cómo te tomas todo eso de ‘la musa del underground’ o ‘la PJ Harvey española’?
Son motes que no corresponden conmigo ni mi día a día. Lo vivo como algo muy ajeno a mí, un poco repetitivo y algo cansino, como mucho.
En cualquier caso, las comparaciones con Polly Jean no deben escocer mucho cuando te has llevado al estudio de grabación a John Parish. ¿Cómo ha sido tu historia con John?
Mira, desconfiaría de cualquier músico o artista que encontrara orgullo en una comparación; creo que lo que buscamos como locos es la traducción perfecta de nuestra personalidad, como única e intransferible que es; la mía, la tuya y la de todo el mundo. Así que las comparaciones no son deliciosas, pero bueno, es un pequeño peaje que he tenido que pagar en este caso para hacer el disco que quería hacer, que era lo único que me importaba. El nombre de John está ligado al de PJ Harvey, y ya sabíamos que era muy fácil sacarlo a relucir, y que lo harían. Pero me hace gracia igualmente pillar a la prensa especializada cayendo en trampas tan obvias, con un disco como el que hemos hecho y la cultura musical tan amplia que obviamente tienen ellos (Risas). John tiene además una carrera brillante y diversa como artista y productor a sus espaldas y a veces me parece que es como si, para la prensa, se hubiera pasado veinte años produciendo discos de PJ Harvey. ¿A quién se le ocurre? ¿Nadie ha escuchado a Giant Sand, a Tom Brosseau? ¿Nadie conoce a aquella banda francesa, Dyonisos, a la que también produjo? ¿ni a los Eels? ¡Por el amor de Dios! ¿Ni los discos que ha hecho en solitario? Bah, al final estoy convencida que lo que pasa es que los periodistas son unos morbosetes. Y la historia con John. ¡Pues en realidad no tiene nada de extraordinario! Le enviamos las demos, le gustaron las cosas que grababa en mi casa, intercambiamos mails y llamadas, vimos que teníamos ideas parecidas y complementarias acerca de la producción, y lo tiramos para adelante. Lo que sí fue extraordinario fue trabajar con él, por la tranquilidad que nos transmitió en todos los aspectos técnicos y porque tiene un gusto exquisito a la hora de evitar interpretaciones o arreglos, o sonidos, que puedan desvirtuar la canción. Nunca pierde el norte.
No le has dado nombre a tu tercer disco y eso siempre significa algo: una reafirmación, un punto de inflexión… ¿Cuál es tu caso?
Cuando has escuchado el disco entero has entrado en contacto con muchas aristas de mi personalidad, ¡ahí lo tienes! Me veo reflejada en ellas, y por ello el disco no necesita más nombre que el que hay en mi buzón o con el que firmo las cartas.
Jimi Hendrix decía que es muy fácil tocar blues, que lo complicado es sentirlo. El nuevo disco transpira bastante blues. ¿A qué se refería Hendrix con eso de ‘sentirlo’?
¡Oh! ¡Qué buena pregunta! Y me alegra que hayas encontrado el blues en el disco, porque está, de una forma brutal y supongo que a la vez muy poco obvia. El blues para mí es ser humano y ser infinitamente vulnerable. Creo que de lo que hablaba Hendrix es de que el blues tiene una estructura muy determinada, tres acordes y una progresión que siempre se repite de la misma manera, pero que lo que importa para tocarlo es la comprensión de aquello otro, sus corrientes subterráneas, la tristeza, el amor, el odio, el deseo más extremos que engloba y, aún así, sentidos con tanta humildad y expresados con tanta sencillez. Es precioso.
En las fotos promocionales del álbum no queda claro si andas huyendo de algo o si te han pillado en algún renuncio… Sácanos de dudas…
(Risas) No son las fotos promocionales del álbum. ¿No lo has visto? Me rapé la cabeza.
En tus canciones, a veces suenas a femme fatale, a heroína de película de Godard, a veces te sale un deje ingenuo, de niña buena. ¿Te gusta disfrazarte? ¿Cada canción es un pequeño personaje?
Me gusta mucho disfrazarme, en Carnaval, y a veces escribo canciones de guasa, pero en la época en que escribí las canciones del álbum no estaba por ponerme caretas sino por quitármelas. Esa es precisamente la razón por la que el álbum se llama Maika Makovski. También te instaría a sentarte un día y prestar atención a lo que dice la voz inocente, ¡te llevarías una sorpresa!
El nuevo disco sale en plena vorágine de nuevas cantautoras. Ahora bien, ni tú ni gente como Mae Kurtz tenéis nada que ver con esas frágiles damiselas que hacen canciones naive sobre las margaritas o los días de lluvia. ¿Temes que te metan en ese saco sin ni siquiera pararse a escuchar a Maika Makovski?
Me echaría unas risas a costa del que tuviera la ocurrencia. ¿Qué tendrá que ver el tocino con la velocidad? Pero a favor de ellas, creo que la dulzura, si es sincera, es una gran virtud.
¿Y cuándo dejará el género femenino de ser un género musical en si mismo? En otras palabras: nadie dice de Pearl Jam que sean un “grupo de rock con hombre al frente”, pero siempre se remarca el hecho de que sean una o varias mujeres las que llevan la voz cantante en tal o cual banda…
Creo que se tendría que dejar de hacer ghetto en este sentido. He participado alguna vez en festivales femeninos y cosas por el estilo, pero con recelo, porque no sé hasta qué punto estas cosas funcionan, o al contrario, nos perjudican y marginan como minoría. Sería necesario entender la música como música, como un placer personal, ni más ni menos, no como moda, tendencias, política, fenómeno social, etc. Y supongo que eso, en una sociedad así de mediática, sólo lo da el tiempo.
Ahora una petición quizás poco consecuente (por mi parte) con la pregunta anterior. Dime qué virtud, qué aptitudes te gustaría poseer de las siguientes damas del pop/rock:
(Risas) ¡Tienes razón, es poco consecuente! Pero bueno, me arremango…
Tori Amos… Supongo que ella toca el piano mejor que yo (no la he visto nunca tocar). Si ese es el caso, le haría una succión de cerebro en esa zona y adquiriría nuevos conocimientos a su costa, y sobre todo sin ningún esfuerzo.
Janis Joplin… No lo sé. Me gusta, pero no sé qué me quedaría de ella.
Johnette Napolitano… Pues no la conocía, pero suena bien.
Stevie Nicks… Seguir en la música a su edad, eso me gusta.
Madonna… Yo tengo una mente lenta, así que me quedaría con su rapidez y agilidad mental. Y ya que estamos, con sus conocimientos de ballet y sólo una pequeña porción de su tono muscular.
y, cómo no, Polly Jean Harvey… Me quedaría con su acento inglés, ¡very sexy! (Risas)
Ahora vas a presentar el CD por Londres, Chicago, Austin, Nueva York… Vas a hacer bueno eso de que nadie es profeta en su tierra… ¿o tal vez cuando uno ha vivido en muchos sitios eso de ‘la tierra’ empieza a perder sentido?
Ahí has dado en el clavo. Por fortuna o por desgracia no soy una persona con grandes arraigos y raíces, así que, con todo lo vulnerable que me puede hacer sentir eso, no soy ciudadana de ningún lugar, y lo soy de cualquier sitio. Así que espero colmar las ganas de viajar que tengo, que son muchas, con muchos viajes.