Johnny-Cash-American-VI (1)Rick Rubin va camino de convertirse en el Brian May del nuevo siglo, aquel que le dedicaba discos y canciones al compañero muerto con nombres tan poco sutiles como “Made in Heaven” o “Too much love will kill you”. Aunque hay una diferencia. May ya no tenía la voz de Mercury para prolongar su legado, pero Rubin sí que parece tener un saco sin fondo de canciones queJohnny Cash grabó para él en las interminables sesiones de las American Recordings. ¿Por qué no las editó todas en la caja ‘Earthing’? La pela es la pela o, pecando de ingenuos, tal vez sea que de tarde en tarde el barbudo productor se topa con cintas perdidas en rincones cualesquiera de su mansión. El caso es que, respetuoso o no con la memoria del hombre de negro, comportándose o no como un frío mercader, aquí llega Rubin con nueve joyas más de esas que arregló con elegante minimalismo para Cash y su guitarra. Como en el título del álbum, también en la temática de las canciones incluidas parece haber algo de regodeo en el hecho de que Cash nos habla desde el otro mundo: la titular “Ain’t no grave”, el estribillo de “Redemption day” (“There’s a train that’s heading stragiht to Heaven’s gate”), la oda a los buenos tiempos pasados que es “For the good times” de su amigo Kristofferson, “I don’t hurt anymore”… Y, de nuevo, no deja de ser estremecedor escuchar a un hombre al borde la muerte cantar sobre trenes, tumbas, paraísos y redención. Desde que comienzan a sonar las cadenas que sirven de percusión a “Ain’t no grave”, hasta el final con el estándar hawaiano “Aloha Oe” el nudo en la garganta es permanente. Si Cash pudo hacer suyos en el pasado cortes de Depeche ModeU2 o Nine Inch Nails sobra decir que el ‘nuevo’ cancionero, casi todo él anterior a 1960, se ajusta a su presencia de outlaw crespuscular como un guante. Incluso el único tema ‘moderno’ que se pone sobre el tapete en “Ain’t no grave”, el mencionado “Redemption Day”, de Sheryl Crow, queda convertido en un baladón country y añejo, con unos arreglos muy en la línea de los que decoraban su versión del “Mercy Seat” de Cave. Lo mejor para el mejor, claro. Por eso entre los créditos de estas nuevas viejas grabaciones aparecen los rompecorazones Mike Campbell y Benmont Tench o los hermanos Avett, entre otros.

No hay tumba que valga para un gigante como Cash, en eso tiene razón Rubin. Siete años después de su muerte todavía es capaz de colocar uno de sus discos entre lo mejor del año, aunque el año no haya hecho más que comenzar. Pero a ver quién es el guapo que supera esto.