brandi-carlile-give-up-aNadie le ha regalado nada a Brandi Carlile. Desde que empezó a cantar para matar el aburrimiento en su pequeño pueblo de Ravensdale, Washington, hasta que hizo de ello su profesión Brandi se pateó media América de garito en garito, sobrada de talento y voz; pero ya se sabe que esa senda, la del éxito, la de la profesionalidad, está infestada de aspirantes y la competencia es dura. Con “The Story”, su segundo disco, Carlile firmó por Columbia y logró por fin llevar su música al gran público. Una música que bebe de muchas y muy variadas fuentes, de Indigo Girls alElton John de los primeros años, del folk al pop-rock, con su guitarra acústica siempre en primer plano pero sin renunciar a arreglos y decorados que llenen de contenido sus historias de amor, sus reflexiones sobre la condición humana y todo lo que Brandi es capaz de plasmar en una canción. Este “Give up the ghost” incide en esa variedad estilística, con Carlile y su voz privilegiada moviéndose entre cortes casi épicos, “Looking Out” y “Dying Day”, que abren el álbum, cercanas en espíritu a Amy MacDonald o losCranberries más melancólicos, o hermosas baladas de guitarra y piano (“Before it Breaks”, “Pride and Joy”). Brandi sabe animar el cotarro si la cosa se pone demasiado solmene y sacarse de la manga un honky tonk dedicado a una tal “Caroline” (la América profunda nunca ha abandonado su imaginario) o pagar tributo a las armonías vocales de Brian Wilson y familia cerrando su tercer larga duración con el colorido minimalismo de “Oh Dear”.

Carlile es ejemplo casi paradigmático de cómo conjugar lo comercial y el compromiso artístico; cómo hacer canciones que puedan gustar a todo el mundo y no renunciar a ponerles alma y darles profundidad. Brandi tiene esa extraña habilidad, como bien han comprobado el ya mencionado Elton JohnBenmont Tench o Chad Smith, todos ellos invitados de lujo en “Give Up the Ghost”.