Malos tiempos estos para lírica y peores aún para asomar la cabeza en taquilla contando historias del espacio exterior si no tienes 400 millones de dólares con los que fabricarte tu propio universo de criaturas azules. Y aunque los cementerios están llenos de valientes el alemán Christian Alvart recoge el guante y nos coloca dentro de una gigantesca nave a miles de años luz de la tierra, rumbo a un planeta llamado Taris, el nuevo hogar elegido por los humanos tras asolar definitivamente nuestro viejo globo. No hay película de ciencia ficción que valga si algo no sale mal y en“Pandorum” sus protagonistas pronto se darán cuenta de que no están solos en ese viaje interestelar.
No, Alvart no es James Cameron ni Ridley Scott, aunque solventa el apartado técnico con nota (¿realmente es necesario el PIB de Guatemala para generar buenos efectos especiales?) y afronta una narración que va directa al grano, clara y concisa, incluso aunque todo suene a refrito del género. Refrito en el que “Alien” es ingrediente principal, con ese escenario único, claustrofóbico, intramuros de la nave de marras. Sin embargo las criaturas que Alvart pone en juego distan mucho de los monstruos terroríficos que imaginaron Scott y HR Giger para complicarle las cosas a Sigourney Weaver. Quizá el error de Alvart sea mostrar demasiado pronto a sus monstruos, quizá ocurra también que ninguno de los personajes posee el carisma y la profundidad de aquella Teniente Ripley. Quizá, en definitiva, todo se reduzca a lo que se apuntaba al comienzo de estas líneas: para lo bueno y para lo malo, en este mundo sólo hay un James Cameron, sólo un Ridley Scott, sólo un Spielberg. “Pandorum” es una muy digna obra de un buen discípulo de todos ellos, pero nada en ella revela a Christian Alvart como un superdotado. ¿Buen entretenedor? Seguro que sí, aunque eso no librará a su cinta de caer en el olvido antes de lo que se tarda en decir ‘avatar’.