Y quince años después Lita Ford volvió al mundo de los vivos. De los vivos musicalmente hablando, porque la ex Runaways ha aprovechado bien el tiempo junto a su marido Jim Gillette, de Nitro, engendrando dos retoños y pegándose la vida padre en una isla perdida del Pacífico. Lita confiesa haber estado muy desconectada de lo que se cocía en el ‘negocio’ durante su retiro isleño, sin embargo, o bien esa desconexión no ha sido tal, o bien la dirección musical de este retorno, “Wicked Wonderland” ha corrido a cargo de terceras personas.
El nuevo disco nos trae a una Lita endurecida, con dejes de nu-metal y crossover, e incluso alguna concesión al rock industrial. Lo que hizo de ella una de las mujeres más exitosas del rock de los 80, ese hard & heavy FM de superhits como “Back to the cave”, “Dressed to kill” o “Hungry” queda desaparecido en combate en este “Wicked Wonderland”, que sublima ritmos y riffs más agresivos para prácticamente desterrar los estribillos matadores que eran santo y seña de la Lita de hace 25 años. De hecho, por momentos da la sensación de que nos encontramos ante un disco del musculado Gillette, con la actuación estelar de su señora esposa. La voz Jim hace acto de presencia más veces de las deseadas, siempre, por supuesto, para alejar, con cada aparición, a “Wicked Wonderland” de la línea más idónea para la que debía ser la única protagonista: Lita Ford. De ella, de Lita, nos queda su voz, que permanece intacta, y su persona, que, gracias al nuevo elepé, anda ocupada en un tour mundial donde, esperemos, sepulte la mayoría de los nuevos temas entre el proceloso cancionero de la más sexy de las discípulas de Kim Fowley.