will-hoge-main«Draw the curtains», el último trabajo de Will Hoge, le ha consagrado como punta de lanza de la más reciente hornada de trovadores americanos. Afincado en Nashville, Hoge apela al desencanto y al desengaño amoroso para componer temas de melodías arrebatadoras, con el corazón dividido entre Cash y Otis Redding, aunque también es capaz de colgarse el mono de rockandroller si la ocasión lo exige. Hace unos meses, William sufría un aparatoso accidente automovilístico que le ha mantenido fuera de la carretera (en todos los sentidos) durante una temporada. Ya casi recuperado, planea su siguiente lanzamiento discográfico y su esperada vuelta a los escenarios.

Naciste en Nashville, el corazón country de América. ¿Qué tal está la escena musical de la ciudad hoy en día? ¿Sigue teniendo ese poso de romanticismo que solía transmitir o quizá se ha convertido en una especie de parque temático country para turistas?
Me siento muy orgulloso de poder llamar a Nashville mi hogar. Es, de largo, la mejor ciudad de Estados Unidos, sobre todo para los músicos. Los mejores músicos, los mejores compositores, los mejores estudios están por aquí.

En Estados Unidos es fácil crecer rodeado de buena música, de Elvis, Allman Brothers, Johnny Cash, etc., etc. ¿Qué solían escuchar tus padres?
Mi padre y su colección de discos siguen siendo, hoy por hoy, la mayor influencia que he tenido. Él estaba metido en todo aquello de la beatlemania, la British Invasion. Así que, mientras mis colegas escuchaban hair metal de tercera yo descubrí a Otis Redding, los StonesJames BrownDylan… porque los tenía al alcance de la mano. Supongo que mi padre me salvó la vida ¡y al mismo tiempo me la arruinó!. (Risas)

Dejaste de lado la seguridad de una carrera como profesor de Historia para consagrarte a la música. ¿Fue algo súbito? ¿Una crisis de identidad?
La música fue algo que siempre tuve cerca, pero como fan. Sin embargo, en cuanto me compré una guitarra en mi último año de instituto y me uní a un grupo, ya no hubo vuelta atrás. 24 meses después estaba metido en esto de la música hasta el cuello.

Vuestra cultura está llena de ese tipo de giros vitales; gente que deja atrás un futuro marcado para irse a la aventura.  La última película de Sean Penn, «Hacia rutas salvajes», es buen ejemplo de ello, o, por supuesto, el clásico de las letras americanas por excelencia, «En el camino». ¿Tenéis los americanos vocación de vagabundos?
Creo que siempre ha habido ese alma de explorador en los americanos. En cierta manera, para bien o para mal, nuestro país se fundó sobre esa mentalidad. Ahora ya sólo se trata de ver quién es lo suficientemente valiente para seguir ese camino.

La película de Penn tenía una banda sonora fabulosa, obra de Eddie Vedder. Escuchando tus discos, no es difícil imaginarse una película basada en ellos. ¿Te atrae el mundo del cine?
Me halaga que opines eso de mis canciones, y la verdad es que aún no ha surgido la oportunidad de hacer algo como lo que dices, pero estaría encantado de hacerlo, siempre que la película mereciese la pena.

Tienes una cierta educación universitaria. Como hemos hablado, empezaste a estudiar Historia. ¿Eres también aficionado a la literatura? ¿Dónde encuentras más inspiración para tus canciones, en los libros o en el mundo real?
Me echaron de la universidad, así que mi educación universitaria es escasa. Te diría que es del mundo real de donde más ideas saco para mis canciones.

¿Qué hay de sincero en alguien que constantemente escribe sobre el desamor y la infelicidad? Hemos citado a Vedder antes, y él sería paradigma de ello: guapo, rico, famoso, se gana muy bien la vida haciendo lo que le gusta… y aún así tiene ese aura de infeliz, de atormentado.
Supongo que eso depende del alma de cada uno. Yo necesito creer que hay cierta gente que está siempre buscando y haciéndose preguntas, independientemente del éxito o la fortuna, y que siempre hay dentro de ellos algo de esa desazón. No importa lo grandes que sean sus casas, ni sus camas, o lo guapas que sean sus mujeres…

Pero luego hay tipos como tu amigo Dan Baird, que desde luego no ha vendido millones de discos, y sin embargo sigue escribiendo canciones más o menos festivas.
Me siento muy afortunado por tener a Dan como mentor, pero, sobre todo y muy especialmente, por tenerlo como amigo. Siempre tiene el corazón y la cabeza en el sitio adecuado. Es muy inspirador. Es lo fantástico de vivir en Nashville, estar rodeado de gente como él.

No sueles tratar temas políticos en tus canciones, pero ¿qué opinas de los que utilizan el escenario como púlpito para dar discursos políticos, como Steve Earle?
Siempre me ha gustado la música de Steve. Y yo sólo he grabado un disco con contenido más o menos político, «The America EP», que salió en 2000. No era el mejor momento para ser anti-Bush, pero bueno… Creo que los artistas deben decir siempre lo que sienten, esté o no relacionado con la política, y también han de afrontar las consecuencias. Pero la idea de que los artistas no deben expresarse políticamente me parece una mierda.

Ahora mismo es inevitable preguntarle a todo artista americano por la Obama-mania…
Yo he sido un incondicional de Obama  desde el principio. Cuando se presentó a senador por Chicago escuché uno de sus discursos, y me «convertí».

Tocaste en España en Junio, ¿habías estado antes por aquí? ¿Qué es lo que más te llama la atención de nuestro país?
Sólo he visitado dos ciudades en España, pero me enamoré de ellas de inmediato. Dan Baird me había contado que allí se ama el rock and roll y, desde mi propia experiencia, puedo decir que tenía razón. Espero volver pronto.

Y la última: ¿de verdad las mujeres sólo quieren «sexo, mentiras y dinero»?
Pues, desde mi muy limitadísima experiencia, te diría que lo de las mentiras no les importa demasiado, pero el sexo y el dinero parece que sí que ayudan lo suyo.