Llegados a su prueba de madurez, el segundo disco, los barceloneses Lilith aprueban el examen con nota a base de corregir y aumentar la receta con la que cocinaron su debut de hace dos años. El rock epidérmico de Agnes, Albert y compañía gana enteros en “Sal si puedes” y les coloca en un lugar privilegiado dentro del panorama guitarrero patrio. La propia cantante del grupo tiene la palabra…
Después de la salida de vuestro primer disco estuvisteis de gira durante más de un año, empapándoos de primera mano, como es de rigor, de lo que supone vivir en la carretera, uno de los grandes clichés del rock and roll. ¿Cuál ha sido la mejor enseñanza de esos días sobre el asfalto?
R- Parafraseando a Los Suaves, “que mi casa es el rock and roll”. No puedo hablarte de enseñanza sino de sentimientos. Porque es muy duro y cansado físicamente hablando, pero muy estimulante a otros niveles. Encuentras gente en lugares lejanos que tiene una manera de sentir que te hace estar cerca de ellos aunque no los veas en meses o años.
Y después de estos dos años, ¿cuál consideráis la cara más ‘fea’ del negocio?
R- La ausencia de infraestructuras gubernamentales que preserven e incentiven la actividad artística y musical. En especial, en lo que al rock se refiere. Prácticamente se nos trata como delincuentes, cuando el rock es una parte de la cultura importante. Tal vez, de las pocas disciplinas artísticas que sigue cuestionando los fallos de la sociedad y que se resiste al borreguismo fomentado durante tantos años por los medios generalistas y por algunas instituciones sociales.
“Sal si puedes”… ¿De dónde? ¿hacia donde?
R- Del disco, si puedes… (Risas) Pero también «sal si puedes» del engranaje social que te corrompe y hace que olvides quien eres y/o quien querías ser. Ese engranaje que te va volviendo gris poco a poco, en el mejor de los casos, o que te convierte en un ser corrupto en el peor de ellos. Y ¿hacia donde hay que ir? Pues hay que volver a la esencia de uno mismo, reencontrarse con tus propios sueños y con tu identidad verdadera. Tarea nada fácil con el estilo de vida que nos han dado, pues nos han convertido a todos en un producto más de los miles que hay en un centro comercial.
En las fotos promocionales de “No te R.I.N.D.as” tú, Agnes, lucías una caperuza roja. Ahora, directamente, sales con ella en la portada del nuevo disco. ¿Qué pasa con Caperucita? ¿No es aquella niña mojigata que se dejaba engañar por el lobo?
R- Al ser una trilogía, ya en «No te RINDas» anticipábamos a Caperucita Roja, que es la metáfora central de «Sal Si Puedes». Yo creo que todos en algún momento de nuestras vidas somos la ingenua Caperucita y luego somos el Lobo Feroz. Respecto a Caperucita, yo creo que ella siente una atracción morbosa por todo lo que significa el lobo; no me parece tan víctima. Pero en cualquier caso, nuestra Caperucita es ese ser que si quiere sobrevivir en un mundo lleno de lobos debe convertirse en el lobo más feroz de todos. Resulta muy desalentador pensar que la única manera de vencer al lobo social es convirtiéndote en él.
Eso de que ‘lo peor es que aparezca Dios y te conceda tus deseos”, ¿lo decís por experiencia?
R- Como todo lo que escribo, ¡¡siempre es por experiencia propia!! Esto enlaza con la pregunta anterior y aquí el rock juega un papel ambiguo, por decirlo de alguna manera. El rock puede ser una de esas herramientas sociales que te acaban convirtiendo en una caricatura de ti mismo o en un payaso mediático. Tú te enamoras del rock porque te seduce y se lo das todo, él juega contigo como el lobo con Caperucita con la terrible intención de comérsela. Pues el rock también puede resultar así de perverso.
Y si eso es así, ¿no será sólo si se trata de los deseos equivocados?
R- Efectivamente. Hay que ir con cuidado de lo que uno le pide a los dioses, ya que a veces te lo pueden conceder (Risas). La sociedad nos plantea algunas cosas, como metas en la vida, cosas que parecen muy interesantes y luego, lejos de enriquecernos, como personas nos esclavizan a rutinas y costumbres que se acaban convirtiendo en una prisión para el individuo. Hay que saber diferenciar las lentejuelas del verdadero espíritu del rock. Porque el rock también ha sido asimilado en sus aspectos más negativos por la sociedad y hay que evitar caer en esa trampa.
Tenéis a unos cuantos invitados de renombre en “Sal si puedes”, como ese dueto entre Aurora Beltrán y tú en “Todo es nada”. ¿Son Tahúres Zurdos un referente para Lilith?
R- Yo personalmente admiro mucho a Aurora, por eso la llamé para colaborar. Pensé que había una conexión entre su espíritu y el nuestro. Los Tahúres deben de ser un referente para todas las rockeras pues es una de las bandas con chica al frente con más repercusión en el estado, una de las pioneras. Lilith tiene miles de referentes y a la vez ninguno, sobre todo nos dejamos llevar por nuestro sentir y nuestro ritmo interior que es la mejor manera de hacer un rock personal que no se parezca a nadie y a la vez entronque con toda la historia del rock.
Tahúres siguen siendo casi el único grupo con chica al frente y cantando en castellano que han tenido buena repercusión mediática. ¿Será casualidad o sigue habiendo estereotipos en este país con respecto a las mujeres y el rock?
R- El rock es un espejo de la sociedad. Si la sociedad es machista eso se refleja en el rock. Claro que hay estereotipos y clichés. Claro que las mujeres aún no están en la misma situación de oportunidades que el hombre. Pero la mejor manera de vencer todo eso es no lamentarse de ello y dedicar nuestro tiempo a trabajar duro para mejorar esa situación.
Si el primer disco fue una especie de grandes éxitos de todos los temas que habíais compuesto desde que la banda nació, ¿cómo fue la sensación de tener que sacaros de la chistera un disco nuevo en sólo unos meses?
R- Bueno, es que esos dos discos se trabajaron a la vez. El primero era un catálogo de canciones sobre el miedo, el miedo a enfrentarse con el mundo. Era además la primera parte de tres discos que están relacionados temáticamente y que se fraguaron entre los inicios de la banda y hasta el día de hoy. Pero, de hecho,«No te RINDas» era un disco más ecléctico, oscuro y difícil, tenía sus singles, pero lo cierto es que «Sal Si Puedes» es mucho más accesible a todos los públicos, con temas más alegres y pegadizos que el primero. «Sal Si Puedes» tenía que ser más atractivo, ya que simboliza el peligro y la seducción de esas quimeras sociales. Ese era el plan y así es como se ha desarrollado, aunque alguna canción la hemos cambiado bastante y otra se ha quedado fuera porque al final no encajaba, etc…
Después de grabar un disco, ¿cuál es el sentimiento general? ¿Melancolía, porque ya se terminó? ¿Miedo ante la recepción de la gente? ¿Excitación por todo lo que está por venir?
R- Después de mezclarlo se siente melancolía y confusión, es como un parto. No tenemos miedo más que de perder nosotros la ilusión: si nosotros la tenemos el público se contagiará de ello. Y luego, cuando te dan el disco físicamente y puedes tocarlo y recorrer las páginas, sí que creo que se siente cierta excitación. Son muchas horas de vida y de trabajo concentradas en ese pequeño objeto.
Hablando de lo que está por venir. Internet ha traído consigo la democratización absoluta en lo que se refiere a darse a conocer, a enseñarle tu música al mundo. Por contra, ahora el pastel hay que repartirlo entre muchísimos más; tantos, que es complicado mantenerse. ¿Cuál creéis que es la receta mágica para perdurar como banda en el siglo XXI?
R- Trabajar cuando los demás descansan, seguir luchando cuando otros abandonan y ser agradecido con la gente que te ayuda. Y con todo esto, no hay receta mágica, dependes de tantos factores externos que es una lotería. La democratización de internet nos lleva a que ya no hay estrellas del rock, ahora todos somos obreros. Por eso quien quiera seguirnos debe participar activamente en nuestra vida de banda. Lo mejor es que se registren en la web para estar en contacto con el grupo directamente.