PurgatorioEl tercero y último de los guiones que Kieslowski dejó sin filmar y que, junto a “Heaven” de Tom Tykwer, y “El infierno” de Danis Tanovic completan una suerte de trilogía póstuma, es tal vez el menos afortunado de todos, aunque no queda claro si hay que culpar por ello al desaparecido cineasta polaco o a quien ha dado vida a sus ideas, Stanislaw Mucha.

En “Purgatorio” se da una de las claves habituales en Kieslowski: la pérdida de un ser querido que abre heridas emocionales perpetuas. Pero antes que desarrollar el drama de rigor a través de la historia de su protagonista y el hermano de éste, que siendo niños presencian la muerte por accidente de su madre, “Purgatorio” divaga hacia una trama de robos y asesinatos dando casi por completo de lado a los aspectos psicológicos del relato. Apenas se trazan un par de pinceladas del devenir de esos dos huérfanos y, por ello, aunque rodada con exquisitez y construida con inteligencia, sobrevuela la sensación de que no hay profundidad en los personajes de “Purgatorio”; no al menos la que siempre dio Kieslowski a los suyos, lo que resta consistencia a las motivaciones detectivescas de ese Franciszek Ratai (Rafal Fudalej) en busca de una obra de arte sustraída de una iglesia, o las de su hermano, que se pudre en la cárcel sumido en la depresión y las ideas suicidas.

En cualquier caso, nunca sabremos si era ésta la película que Krzysztof tenía en mente, por lo que hay que darle a Mucha, al menos, el beneficio de la duda.