Al representante de Roy Orbison en la Tierra, el señor Chris Isaak, sólo se le pueden reprochar un par de cosas. A saber: lo irritantemente cicatero de su producción discográfica en lo que va de siglo (dos únicas entregas de nuevos temas, dejando a un lado su disco navideño de hacer un par de años), y su voluntad inquebrantable por no evolucionar ni un ápice, algo, esto último, que en realidad sólo puede incomodar a quienes no le admitan a este surfero. ex-boxeador y eterno corazón solitario, su total y absoluto dominio de lo que hace. Pocos saben trasladar el espíritu de los años 50’s a la actualidad como Isaak; pocos saben ejecutar toda esa ristra de clichés del desengaño y los amores desperdiciados como él, ya sea a ritmo de rock and roll, dejándose tentar por el country más dulzón en duetos con alguna que otra reina de Nashville o a base de baladas demoledoras marca de la casa. Pocos, muy pocos, tienen esa voz tocada por la mano de Dios, imperecedera, versátil, capaz de sonar poderosa y desgarrada un momento para volverse dulce como un susurro al minuto siguiente.
“Mr. Lucky” no alcanzará la relevancia del que sigue siendo el cénit de la carrera de Chris, aquel arrollador “Forever Blue” del 94, porque si bien el comienzo del álbum supone un encadenado de tres o cuatro temas en los que el talento de Isaak brilla por todo lo alto, lo cierto es que a lo largo de los 16 cortes aquí presentes no sobran los rellenos. Si “Cheater’s Town”, “We lost our way”, “We let her down” nos retrotraen a las composiciones más celebradas de su autor, no es menos cierto que para “Baby Baby” o “Mr. Lonely Man” el de Stockton pone el piloto automático; nos encontramos ante el superdotado que se limita a cumplir el expediente, consciente tal vez de que unas migajas de su arte siguen siendo mucho más valiosas que cualquier acceso de creatividad del resto de los mortales. Quizá nos haya malacostumbrado. Nadie espera de Chris Isaak un buen disco. Todos esperan EL disco. Es por ello que los juicios de valor sobre sus álbumes han de ser siempre encajados con relatividad. Empezando por este mismo.