Subiela propone un erotizante viaje por el ignoto mundo del sexo tántrico a partir del encuentro entre dos jóvenes interpretados con soltura por Leandro Stivelman y Antonella Costa. Ella introducirá a su concubino y a quien quiera tomar nota desde el otro lado de la pantalla en las bondades del sexo sin eyaculación y sus mil y una posturas amatorias. No imagina uno mejor maestra que Antonella para estos menesteres, una actriz muy sólida, fascinante mujer, que afronta con valentía y sin (aparente) pudor toda la batería de secuencias sexuales que, sobra decirlo, son epicentro de “No mires para abajo”.
El realziador bonaerense se encarga muy mucho de mantener su cinta en los terrenos del erotismo aun mostrando todo lo que hay que mostrar. Lo suyo no es pornografía arty a lo “9 Lives” de Winterbottom, sino una historia de pasión que nace y se desarrolla entre sábanas, narrada con un exquisito tono literario digno del filósofo/poeta que todos los porteños parecen llevar dentro. Y aunque el tufillo a new age y espiritualidad de manual es evidente, se hace soportable, porque, en el fondo de la historia, del discurso, subyace el deseo humano de amar y ser amado y su incansable búsqueda de un alma gemela.
El director de “El lado oscuro del corazón” ha sentado cátedra en lo referente a desnudar sus personajes por dentro y por fuera sin intención de epatar. Entre la pornografía y la estupidez prefabricada de otros hay margen de movimiento y él y sus actores han sabido desenvolverse ahí como peces en el agua.