Secret-sunshineTremenda radiografía del dolor y del duelo la que pone sobre la mesa el coreano Chang-Dong Lee a partir de la historia de una mujer recién enviudada que pierde de la forma más cruel a su único hijo. Lee se toma su tiempo, más de dos horas y cuarto, para llevarnos desde el luto sufrido pero asimilado y aceptado por el marido occiso, al desgarro inconsolable por la muerte de un niño pequeño. El personaje que recrea una soberbia Do-yeon Jeon trata de buscar alivio en cualquier parte; abraza a Dios, e incluso se entrega a algún que otro polvo furtivo y sanador similar a aquel de Halle Berry y Billy Bob Thornton en aquella otra semblanza del desconsuelo por el hijo ausente que era“Monster’s Ball”. Pero no hay escape para esta Shin-ae que encarna Jeon.

Lee refleja con tino las endebles estructuras de la fe cuando, como sucede con todos los que rodean a Shin-ae para “convertirla”, nunca ha sido puesta a prueba de verdad, o en todo caso esas pruebas han consistido en tragos menores. El trasfondo de “Secret Sunshine” es meridiano: pierde primero a la sangre de tu sangre y ven después a hablarme de paz interior y perdón. También se contempla el derecho –casi el deber- de perder la cabeza como subterfugio catártico cuando el sufrimiento alcanza cotas insoportables. Do-yeon Jeon transmite esa aflicción con intensidad y sin paliativos, primero gritando hacia adentro, ensimismándose en su pena, para explotar más tarde en un big bang de porqués.

“Secret Sunshine” provoca, sin duda, el nudo en la garganta, aunque al fin y a la postre tiene cierto poder sanador. Una sanación que no nace de ningún tipo de iluminación mística sino de la propia evolución natural del luto. Por su manera directa y meticulosa de plasmarlo, se diría que Chang-Dong Lee conoce bien el terreno que aquí pisa. O eso, o es un excelente psicólogo, amén de un director solvente y de probada solidez.