Paraíso-Travel“Yo en mi país no era rico, pero tampoco vivía en la miseria”. Eso le comenta el protagonista de “Paraíso Travel” a un compatriota colombiano emigrado, como él, a la Gran Manzana. Y es que la cinta de Simon Brand es una historia de inmigrantes inusual donde ese Marlon interpretado por Aldemar Correa no marcha a la tierra de las oportunidades huyendo de penurias económicas, sino por ese otro motivo que, igualmente, mueve montañas: el amor. Viaja hasta Nueva York siguiendo a su chica para perder su rastro al poco de llegar, dando ello pie a una búsqueda obsesiva de la susodicha mientras malvive en los bajos fondos y conoce de primera mano lo que supone ser un “espalda mojada”.

Así, “Paraíso Travel” bascula entre ese relato de amor extremo y el cine social que muestra a las claras no sólo lo que acontece a los inmigrantes una vez que llegan a los pies de la estatua de la Libertad sino igualmente el trayecto/calvario previo a través de media docena de países, ríos, desiertos; sufriendo atracos, violaciones… Brand introduce aquí y allá esos flashbacks del peregrinaje transamericano de sus personajes con la misma naturalidad y la visceralidad con la que retrata la trama principal en el gueto latino de Nueva York.

A pesar de los pesares, “Paraíso Travel” resulta una película optimista en cierto sentido, o al menos esperanzadora, que “premia” a aquellos que lo dejan todo por amor en detrimento de los que sólo persiguen el sueño americano. Respecto a estos últimos, no queda demasiado claro si es peor malvivir en Medellín o hacerlo en el Bronx. Simon Brand plantea esa duda y deja la decisión en manos del espectador.