Ben-XAunque “Ben X” se inspira más o menos rigurosamente en hechos reales lo cierto es que no parece necesitar Nic Balthazar de la coartada ‘realística’ para firmar una cinta, su ópera prima, que bucea en los aspectos más sangrantes del tan traído y llevadobullying escolar. Un chico con serios problemas para interactuar socialmente vive una apacible existencia paralela dentro de un juego de rol online hasta que un grupo de ‘compañeros’ de clase funden los plomos de su frágil mente con una de esas bromas en vídeo que acaban revoloteando por la red de redes. Balthazar hace que la voz en off de su protagonista cuente para sí mismo y para nosotros lo que es incapaz de transmitir a la gente de su entorno, que no es locura o neurosis, sino cansancio y desesperación infinita por vivir en un mundo en el que no hay sitio para los que se salen de la fila.

“Ben X” trata de ser y es una película de su tiempo en forma y contenido, desgranando la idiosincrasia de las sociedades modernas en lo que se refiere al mundo adolescente y sus códigos. La película de Balthazar golpea con dureza las defensas emocionales de la bancada al afrontar el desmoronamiento de un ser tan indefenso, capaz de ser Dios en un juego de ordenador pero que no sabe encontrar las armas para desenvolverse en el campo de batalla cotidiano. Mucha culpa de ese descorazonamiento que “Ben X” engendra en el espectador la tiene Greg Timmermans, el actor encargado de interpretar a ese Ben, desquiciado y perdido. Era importante construir un personaje creíble y no una caricatura, cosa que Timmermans logra con creces para que Nic Balthazar lo capte con su objetivo inquieto en un debut, el suyo, tan doloroso como enérgico.