Jennifers-bodyLa última calientabraguetas oficial de Hollywood accede a ponerse fea y sanguinolenta (todo lo fea que alguien como Megan Fox puede estar, ya lo dice uno de los personajes) para esta suerte de reescritura casi en tono de autoparodia del género gore urdida por la enfant terrible de esas y otras lides, la guionista-stripper Diablo Cody. Un Vehículo de lucimiento personal para loa lenguaraz Fox y sus dotes de femme fatale donde lo más destacable es la mofa que de sí misma parece hacer la actriz, cómo caricaturiza el personaje en que se ha (la han) convertido: una chica espabilada, con tremendo potencial, que ha elegido emplear sus neuronas en provocar el mayor número posible de erecciones a su paso antes que en cultivarse lo más mínimo. Sin embargo, aún con ese componente sarcástico, no es probable que el público diana de una cinta como la de Karyn Kusama vaya a hilar tan fino y ver en “Jennifer’s Body” algo más que a su fantasía erótica con patas, mutada en súcubo insaciable, repartiendo mordiscos a diestro y siniestro, enseñando escote y regalando alguna que otra escena lésbica, todo ello  dentro de un envoltorio estético y sonoro no muy alejado de “Crepúsculo” y demás productos para la chavalada adicta a la MTV.

Si la de Megan Fox es una belleza incontestable, aunque siempre bajo la sospecha de lo artificial (o lo que deja muy poco margen a la imaginación), algo similar sucede con “Jennifer’s Body”: divertida, sí; pero en el sentido más vacuo y vulgar de la palabra.