Steepwater-Band-Grace-and-melodyEstos rockeros de Chicago, devotos de la religión de los Allman Brothers y Muddy Waters salen a la carretera con su cuarto disco de estudio, «Grace & Melody», que es, de entrada, un más que digno continuador de la discografía de Steepwater Band. Fiel a sus maneras clásicas, su sonido siempre orgánico y su inquebrantable fe en la que sigue siendo, para ellos, la edad de oro del rock and roll: los años 70. Pero hay un elemento en «Grace & Melody» que no debe ser pasado por alto: la presencia del ex-Black Crowes Marc Ford a los controles. Ford no ha llegado a la vida de SB sólo para estampar su firma en los créditos y ejercer el mecenazgo de turno. Su trabajo se nota y mucho. Desde las primeras notas del compacto, desde los guitarrazos entrecortados de «At the fall of the day» se hace reconocible la impronta del cuervo negro, que ha dotado a sus pupilos de un cierto groove, el mismo que ponía a bailar a Chris Robinson, el mismo que volverá a hacerse notar en sucesivos temas: «All the way to nowehere» o el tramo inicial de «Fire away» inciden en ese ritmo vacilón, mitadStones, mitad Bad Company. Aunque no se queda ahí la influencia de Marc sobre Jeff Massey y sus muchachos. Hacia la mitad del álbum se desmarcan con una jam de 13 minutos de esas con las que los Crowes del «Three snakes and one charm»solían regalar a sus fans (para tortura de alguno de ellos, todo sea dicho). La decisión de incluir semejante desarrollo instrumental no hace sino dar buena cuenta del total sentimiento de libertad queFord ha propiciado en «Grace & Melody», exactamente lo que un grupo como Steepwater Band necesita: ser ellos mismos para plasmar sin paliativos su inalterable visión del rock y del blues como hilo conductor de todo. Matrimonios como el de Marc Ford ySB deberían durar siempre. Son tal para cual.