Dura y cruda crónica de un aborto clandestino en la Rumanía de finales de los años 80. La abortante y su mejor amiga pasan las de Caín sorteando la legalidad y la implacable represión de los últimos coletazos del infame Ceaucescu. Ambas se ven inmersas en una espiral de infortunios y despropósitos que Cristian Mungiufilma casi en tiempo real. Pero más que poner el dedo en la llaga de las miserias del marxismo (aplicado), Mungiu deja esas consideraciones como patente telón de fondo y se centra en retratar la angustia de estas dos mujeres en el nada deseable trance psicológico y físico del aborto. Si no fuera porque Benito Zambrano ya capitalizó lo de «Solas» en aquella, su propia visión de cómo ser mujer y no morir en el intento, bien podría haber sido ése el título de «4 meses, 3 semanas, 2 días», porque así están las protagonistas: más solas que la una en mundo hostil (doblemente hostil para ellas).
Mungiu evita cargar las tintas de lo dramático y sabiamente desecha hacer juicios de valor acerca del tema epicentro de su cinta. No necesita nada de eso. Su límite es la realidad, y mostrándola como él la muestra, con franqueza, con sobriedad, con el impecable trabajo de ambas actrices en liza (en especial del deAnamaria Marinca, la amiga sufridora) alcanza todo el dramatismo y la intensidad que la historia destila. Ése es su gran triunfo y, también, lo que hace de «4 meses…» una cinta quizá difícil de encajar para muchos. Tan difícil como abortar ilegalmente al otro lado del telón de acero.