The-Muggs-2008Mientras grupos como The Muggs sigan caminando con paso firme sobre la tierra, el rock, mal que les pese a muchos agoreros, no morirá. El rock de más rancio abolengo, el que perpetraron Hendrix, Cream, Grand Funk Railroad; el que corre por las venas de estos tres músicos de Detroit. Dos discos, «The Muggs» y el reciente «On with the show», les han bastado para afianzarse como uno de los más sólidos reductos de blues rock de la escena mundial. Con suerte, en 2009 desembarcarán en España para presentar en vivo su último trabajo; pero antes de que eso ocurra el bajista Tony DeNardo se avino a abrir para nosotros las entrañas de «la banda más fea del mundo».

Para muchas bandas su primer disco es una especie de «grandes éxitos» de todo el material que han compuesto hasta entonces. El segundo álbum suele ser la verdadera prueba de fuego. ¿Os habéis sentido así con «On with the show»?
Sentimos que hemos grabado nuestro disco epónimo. Queríamos haberlo lanzado un año después del debut, pero no fue posible. Nuestra discográfica, Times Beach, lo posponía y lo posponía, hasta que al final nos dejaron libres. Para entonces, te hablo de febrero de 2007, ya nos habíamos mentalizado de que editaríamos el disco por nuestra cuenta. Empezamos a buscar financiación para grabarlo, y entonces fue cuando surgió lo del programa de televisión («Next American Great Band», una especie de O.T. a la americana). Eso nos tuvo ocupados hasta diciembre de 2007. Por fin entramos al estudio en febrero de este año y pudimos sacar el disco en mayo, que ha sido producido por Danny (Methric, bajista) y por mí. Y si nos preguntas, pues te diremos que hemos encontrado nuestro camino como compositores y productores, aunque nos gustaría seguir explorando todas las posibilidades que ofrece la producción. El tercer disco tal vez sea diferente de los dos primeros en cuanto a sonido…

¿No es un poco pretencioso eso de autoproclamarse «la banda más fea del mundo»? ¡Hay mucha competencia!
(Risas) Es todo una broma. Tratamos de no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos. Ese sobrenombre empezó como una broma: estábamos tocando en el Cadieux Cafe y el dueño, Ron Devos (‘Uncle Bunky’), iba a presentarnos. Danny le dijo que nos presentara como «la banda más fea del mundo», como una especie de parodia del sobrenombre de KISS, «la banda más grande del mundo». Un par de conciertos después Uncle Bunky nos presentó de nuevo, y la broma empezó a convertirse en algo habitual. Así que desde entonces somos «¡La banda más fea del mundo…. The Muggs!».

Desde el principio habéis sido un trío. ¿Fue por casualidad o siempre tuvísteis en mente que no seríais la típica banda de rock de cuatro miembros?
Al principio The Muggs íbamos a ser cuatro. Danny y yo le hicimos una audición a Matt, el batería, ¡y se convirtió en nuestro Mitch Mitchell! Después hicimos audiciones para dos guitarristas que por aquel entonces eran fenomenales, pero ambos nos rechazaron porque decían que el blues rock estaba acabado. En el siguiente ensayo le dijimos a Matt que ningún guitarrista quería entrar en el grupo, y él nos dijo: ¡Pues seamos un power-trio, colega!. Y ahí empezamos a escribir canciones pensando en una estructura de trío.

¿Crees que ser un trío os ha limitado de alguna manera? ¿Cuáles son los pros y los contras de un trío? (Perdona, esto está empezando a tomar un cariz sexual)
(Risas) En la vida son todo «pros», si dejas que sean «pros», claro. Danny me escribe las canciones, y Matt les da fuerza. Todos aportamos nuestras frescura al esqueleto de la canción, e insistimos en ella hasta que vemos que hemos logrado crear algo cohesionado y expresivo. A mí, el hecho de tocar un piano Fender Rhodes en vez de un bajo, me crea algunos inconvenientes. Rítmicamente tengo que crear nuevas formas para que esta tripleta siga sonando poderosa. De alguna manera, tocar el bajo en un piano me ha convertido en un músico más inteligente. Por supuesto que en el estudio nos permitimos la licencia de agregar guitarras adicionales, coros, percusiones… En el estudio puede pasar cualquier cosa. Siempre tratamos de crear un sonido y una atmósfera que encaje con la canción.

¿Os sentís cómodos con etiquetas tales como «revival», «retro», o «vintage»?
Sí. Nos sentimos cómodos con cualquier cosa que se diga de nosotros. Sentimos que estamos compitiendo con las mejores bandas de la historia del rock. Entre mediados de los 60s y mediados de los 70s es cuando se hizo la mejor música que se ha hecho jamás. Esos grupos alcanzaron una especie de nirvana creativo que no ha podido ser igualado desde entonces. Y The Muggs tratamos de acercarnos a esa época. Yo no diría que los Beatles son retro. Diría que los Beatles son intemporales. Eso es también lo que tratamos de ser The Muggs, intemporales.

Alguien dijo una vez: «la culpa de todo la tiene el blues». ¿Quién ha sido más decisivo en la historia del rock? ¿Robert Johnson? ¿Hendrix? ¿Page? Sé que puede ser una cuestión como la del huevo y la gallina…
Una vez leí a alguien decir: «El blues tuvo un hijo, y le llamaron Rock and Roll». ¡El blues es la base de todo! En cuanto a la historia del rock, no podría decirte quién ha sido más prolífico. A The Muggs nos han inspirado gente como Mississippi Fred McDowell, B.B. King, Ray Charles, Skip James, Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Rory Gallagher, Led Zep… y la lista continúa con nuevos descubrimientos que vamos haciendo, como el primer disco de Captain Beyond.

Intentáis grabar vuestra música a la manera antigua. Tratáis de sonar como vuestros ídolos musicales, aunque uno no puede abstraerse al hecho de que muchos de vuestros oyentes escucharán los discos en aparatos digitales, en iPods, ordenadores… ¿Pensáis en ello cuando estáis tratando de capturar ese sonido orgánico de los viejos vinilos?
Tratamos de hacer que vuelva el vinilo. Queremos que nuestros fans perciban «The Muggs» y «On with the show» como una única y fluída corriente de pensamiento. Danny y yo nos esmeramos en que todas la canciones encajen unas con otras, y además tenemos un ingeniero excepcional, Jim Kissling, que hace posible que sonemos exactamente como queremos sonar. Si escuchas las canciones en un iPod habrá un hueco de dos segundos entre tema y tema, por lo que no es la mejor forma de escuchar nuestros discos. Supongo que nuestro fan ideal sería aquel que escucha nuestro disco desde la priemra canción hasta la última sentado en su habitación favorita con unos buenos auriculares. Hay muchos detalles que un oyente tal vez no perciba si no nos escucha con auriculares. Pero tenemos canciones a la venta en iTunes, Rhapsody y demás, porque es impepinable el hecho de que la tecnología va a ser siempre la que imponga cómo ecuchamos la música, en qué formato. Nosotros trataremos de adaptarnos a todo eso. De todas formas, hace poco hemos sacado un 7″ para www.bellyachecandyshoppe.com, porque nos gusta satisfacer a esos fans que coleccionan vinilos vinilos.

Tony, tú sufriste un problema de salud bastante serio hace unos años que te obligó a dejar la música durante un tiempo. Sin embargo, tus compañeros del grupo decidieron que eso no sería el final para The Muggs, que esperarían hasta que te recuperases. ¿Dirías que la de The Muggs es más una historia de amistad que una historia música?
Diría que es ambas cosas. Danny y yo somos amigos desde que teníamos 13 años, y siempre hemos tenido una afinidad especial en lo que a música se refiere. La música se convirtió en algo sagrado para ambos; queríamos ser grandes músicos, y entramos en un grupo de blues que se llamaba Detroit Underground Blues Band. Danny me dijo que tocara el bajo, porque para entonces él ya se estaba desmarcando como un guitarrista sensacional. Por eso, al estar tan unidos por nuestra amistad y por la música, supongo que no concebía The Muggs sin mí, así que dejó el grupo en stand-by mientras yo me recuperaba. Saber que aún había un hueco ahí para mí, para cuando me pusiera mejor, hizo que mi actitud respecto a la enfermedad cambiara radicalmente. ¡Quién me iba a decir entonces que acabaría tocando mis líneas de bajo en un piano Fender! Nunca podré agradecerles a Matt y Danny lo suficiente por todo lo que hicieron por mí.