ZohanUna astracanada de Adam Sandler al año no hace daño… o sí. Eso va a depender siempre de la mucha o poca predisposición de cada cual para encajar el humor grueso de este ex-discípulo del ‘Saturday Night Live’. Lo más admirable de Sandler es que nunca pierde la oportunidad de sustentar sus chistes en cimientos políticamente incorrectísimos; sin embargo, su cruz llega en forma de unos guiones, unos gags que raramente están a la altura de su carácter descarado y gamberro. «Zohan» es buen ejemplo de eso mismo: Sandler y ese otro pope de la neo comedia irreverente americana, Judd Apatow, se llevan el conflicto palestino-israelí a las calles de Nueva York y lo que promete ser un arma de destrucción masiva de ritos y costumbres árabes y judías y toda la marimorena, acaba arrojando un balance en el que son escasos los chascarrillos memorables y demasiados los lamentables, lo que convierte a «Zohan» en una suerte de hija bastarda y poco agraciada nacida de los desechos de «Austin Powers» y «Borat».

Siempre dentro de los pantanosos terrenos de la comedia chusquera, sabemos que Sandler es capaz de hacerlo mucho mejor. Bis cómica no le falta. Agilidad mental, eso puede que sí.