X-files-creer-es-la-claveCon la segunda entrega cinematográfica de «Expediente X» Chris Carter ha cometido errores impropios de un gurú televisivo tan ducho e influyente como él, de alguien experto en darle a su público exactamente aquello que vino a buscar. Porque, dejando al margen lo poco sensato de resucitar una historia y unos personajes que quedaron finiquitados hace ocho años presa del cansancio y la sequía creativa lógicos tras nueve temporadas en antena, Carter ha enfocado «Creer es la clave» como si de un episodio más de la aventuras de Mulder y Scully se tratase, y no precisamente uno a la altura de los más memorables de la historia de la serie, aunque mantenga buena parte de los aciertos formales de ésta. No se tiende absolutamente ningún puente con la trama central de«Expediente X»; ni hombres de negro, ni monstruitos verdes, ni abducciones. Pecado mortal, teniendo en cuenta que los no iniciados en la cruzada ufológica de Fox Mulder no pueden mostrar interés alguno por unos protagonistas que no se entienden sin su pasado, mientras que los devotos de la serie, aquellos que entren en la sala buscando su santo grial, saldrán hora y media después sin verdad que valga (ni fuera ni dentro) y con la imagen en el cerebro de un David Duchovny algo fondón y de esa Gillian Anderson a la que el botox parece haberle jugado una mala pasada.

«Expediente X: Creer es la clave» es la crónica de una decepción anunciada; un postizo innecesario para una serie que marcó época, sin la que no se concibe gran parte de la oferta serial yanqui de los últimos 10 años y que, desde luego, no merecía este epitafio tardío y mediocre que no sólo no aporta absolutamente nada a su nodriza televisiva sino que, muy al contrario, viene a poner de relieve por qué «Expediente X» tuvo que echar el cerrojo. Se acabaron las ideas; es ley de vida. Para Chris Carter la verdad, la cruda verdad, estará en la taquilla. El californiano anunció resurrección y nos ha vendido un segundo funeral mucho más lastimoso que el anterior. Ya no queremos creer.