Cierre de trilogía y cierre de «ministerio». Al Jourgensen pone punto y final (por ahora) a la vida de Ministry entonando su último mantra de hardcore-punk industrial contra su gran némesis, pero también el hombre al que le debe toda la rabia y la furia que le han rejuvenecido como artista: George W. Bush. Al dispara sin piedad su batería de guitarras, samplers, y textos zahirientes a la cara del cuadragésimo tercer presidente de los Estados Unidos de América. «The last sucker», como anteriormente «Rio grande blood» y «Houses of the mole» es una terrorífica banda sonora para estos tiempos de apocalipsis. La voz de Jourgensen se desgañita con consignas revolucionarias y comparte protagonismo con dubs torticeramente retocados de los discursos del infame Bush Jr. No hay tregua. No se hacen prisioneros en el universo Ministry, ni siquiera al bastardizar el «Roadhouse Blues» morrisoniano. AJimbo, otro gran camorrista, seguro que le habría gustado la versión.
Hay otras maneras de denunciar, otras formas quizá más poeticas; pero para un tipo que, como Jourgensen, ha emprendido varios viajes de ida y vuelta al infierno, ya no hay medias tintas. Combatir agresividad con agresividad (sónica), ésa es la consigna. Se toma o se deja. Y ahora toca esperar el siguiente paso al frente de tejano, ya al margen de su banda insignia. Hasta luego, comandante Jourgensen.