Yo-serví-al-Rey-de-InglaterraJan Dite tenía dos aspiraciones en la vida: convertirse en millonario y coleccionar mujeres bonitas. Sin embargo, el caso es que la primera imagen que tenemos de él es la de su triste estampa envejecida saliendo de una cárcel tras 15 años de condena. Toca rememorar. Toca enterarse de cómo pasó de aprendiz de camarero en la Praga de los años 20 a ex-presidiario exiliado del mundanal ruido en los bosques de Bohemia. Y de eso se trata en «Yo serví al Rey de Inglaterra»; de seguir su periplo vital a ritmo de fox-trot para acabar recibiendo una soberbia moraleja.

Jirí Menzel recurre a toneladas de fina ironía para relatar las vivencias de este obseso del arribismo social que, como aquel personaje de Brecht, ve pasar por delante de su puerta a nazis y aliados sin mover un dedo (salvo para arrimarse al sol que más calienta) hasta que, como es de recibo, le llega su «momento». Tiene esta hagiografía de un hombre cualquiera mucho del slapstick politizado de «El gran dictador»; de la sorna anti-totalitaria de «La última noche de Boris Gruschenko»; es divertida, es entusiasta, sensual a veces, golfa otras muchas. Un círculo perfecto que encierra tantas enseñanzas dignas de reflexión como momentos para la hilaridad. Ivan Barnev (el Dite joven, magnífica nariz la suya) y su personaje pueden ser Chaplin,Buster Keaton o Woody Allen. Un tonto con suerte o un listillo sibilino siempre ojo avizor para colar su escueta figura en la mesa de los mayores y que acaba yaciendo con una fan de Hitler que ríanse ustedes de Eva Braun. Pero a él plin… Lo importante es medrar.

La labor de Menzel no está tanto en mostrarnos cómo termina su historia, porque eso se dilucida en los primeros 10 segundos, sino en enseñarnos hasta dónde es capaz de llegar su protagonista y en qué momento se dará cuenta de que existe algo llamado vergüenza torera, sin renunciar, por supuesto, en ningún momento a su tono guasón y bufo. No hay por qué. De propina dejar caer 50 años de la historia checoslovaca, (la historia de media Europa) a base de sutiles pinceladas y una estupenda puesta en escena que debe más a la inteligencia del equipo artístico que a un boyante presupuesto.

La sorpresa de la temporada ha llegado (con dos años de retraso) desde Chequia.