El realizador inglés Neil Marshall («The descent») asola Glasgow con un virus letal (contentos deben estar con él sus «hermanos» escoceses) y, treinta años después, envía a la zona a la heroína Eden Sinclair (Rhona Mitra) en busca de una cura para la epidemia de marras. Marshall saquea la estética post-apocalíptica de «Mad Max», lo sazona todo con un poco de hiperviolencia de videojuego y, el signo de los tiempos, hace que sean ellas las que partan y repartan (sobre todo esto último). El feminismo consistía en chicas con palmito de top-model enfundadas en licra negra ejecutando patadas voladoras, y nosotros sin saberlo.
«Doomsday» resultará plato de gusto para los asiduos al ultimísimo cine de acción y, tal vez, también para aquellos profanos que se dejen llevar por la trepidación y las acrobacias marciales y obvien todas las absurdeces y los excesos que el amigo Marshall introduce para mayor gloria del espectáculo. Mientras nadie se pregunte cómo es posible haber contemplado en una misma película vehículos militares ultramodernos conducidos por cyber-punks, caballeros medievales, y un Bentley deportivo último modelo (que arranca a la primera tras tres décadas cogiendo polvo en un sótano), todo irá bien. Aunque, para duda de las gordas, la que plantea el reparto: ¿quién demonios ha enredado en este disparate a Malcolm McDowell o a todo un Bob Hoskins? Será cosa de la libra, que anda por las nubes.