Cinco años después de que un tsunami asolara unos cuantos archipiélagos del sudeste asiático, Aditya Assarat vuelve a una de esas islas para narrar la historia de amor entre un joven arquitecto empleado en las labores de la reconstrucción de cierto hotel y la dueña de la pensión en la que se alojará.
Tan minimalista y reservado se muestra el director tailandés a la hora de desarrollar ese encuentro entre dos almas solitarias y algo perdidas que da la impresión de que tales mínimos argumentales son tal vez la coartada necesaria para entregarse a la contemplación de los restos del desastre. Cámara en ristre, Assarat se da un verdadero atracón de paisajes tropicales tan llenos de vegetación como vacíos de humanidad “a la espera de que vuelvan los turistas”.
“Wonderful Town”, el primer largometraje de Assarat, le destaca como un excelente cazador de postales en movimiento, no tanto como un escritor demasiado dotado ni amigo de la complejidad. Aunque, si es cierto que la belleza está en lo simple, su cinta debe ser elsúmmum de lo sublime.