De la fusión de un par de almas tan malditas y atormentadas como las de Greg Dulli y Mark Lanegan sólo podía germinar una obra no menos oscura y decadente como este «Saturnalia». Se han hecho llamar Los Gemelos del Arrabal, una acertada denominación para dos tipos que, por voluntad propia o por las muy rameras leyes de la industria, viven y han vivido al margen del éxito comercial pero instalados en un elevadísimo pedestal artístico que ha convertido a sus respectivas carreras en The Afghan Whigs y Screaming Trees en objeto de culto para cualquier sibarita del rock que se precie de serlo.
En «Saturnalia» prevalece el ritmo de cabalgata funeraria al que suele moverse en los últimos tiempos la música de Lanegan, pero la mano de Dulli cobra capital importancia a la hora de llenar los huecos que Mark deja siempre en manos de la desnudez. La épica melancólica del ex- Pelucas Afganas complementa el minimalismo de Lanegan; lo colorea (de negros y grises, claro), le da un corazón a las descorazonadas elegías de su compadre.
Como casi todas las obras de sus autores, «Saturnalia» se disfruta mejor en las distancias largas. Hay que renunciar por una temporada a la urgencia de la vida moderna y prestarle atención, mimar cada escucha, sin esperar la recompensa fácil del single pegadizo; porque el premio que se esconde tras el tándem Lanegan/Dulli es el de un disco que llega a nuestras vidas y nuestras estanterías para quedarse; un disco al que recurrir una y otra vez cuando la nostalgia necesite ser exorcizada a golpe de textos desgarrados y melodías arenosas.