Eddie-Vedder-Into-the-WildEl hombre más sensible del rock and roll, Eddie Vedder, acaba de entregar su mejor colección de canciones en mucho tiempo, y lo ha hecho al margen de la banda de su vida. Vedder se toma un respiro fuera del acorazado Pearl Jam y se monta en este kayak artesano que es «Into the wild», a la sazón banda sonora de la película del mismo nombre (aquí «Hacia rutas salvajes»), dirigida por el no menos afligido Sean Penn. Esa historia de escapismo de la vil civilización y comunión con la naturaleza ha hipnotizado aVedder, y con los pertrechos de su guitarra acústica, su mandolina y muy poco más ha creado una suerte de tratado folk del ecologismo y el anticapitalismo, alcanzando momentos tan sublimes como solemnes (le va a ser difícil no colar gemas del calibre de «Long nights» o «Society» en los shows futuros de los «mermelada de perla». El pueblo las exigirá). Canciones que habrían hecho época aquel agosto de 1969 en un lugar de cuyo nombre muchos de los que allí estuvieron ya no quieren acordarse: Woodstock, Nueva York.

Después de años intentando ser el más aplicado alumno, en obra y actitud, de Neil Young, «Into the Wild» es lo más cerca que el de Illinois va a estar jamás del espíritu del líder de los Crazy Horse. Gloriosa madurez la de Vedder.