Unos diez años después de que los americanos mostrasen con orgullo su poderío como país y como incipiente factoría de sueños en «El nacimiento de una nación» , el enemigo comunista contraatacaba con una mastodóntica obra que ensalzaba los valores de aquello que un día conocieron como revolución. «El acorazado Potemkin» es propaganda pura y dura, nadie lo puede negar; pero rendía honores a una ideología tan válida como eterna: la lucha obrera y el levantamiento contra jerarcas y opresores. El hecho de que Stalin, bajo cuyo mandato se rodó la obra maestra de Eisenstein , tuviera muy poco de revolucionario y mucho de totalitario es harina de otro costal.
En cualquier caso, centrándonos en la valía artística de la cinta, «El acorazado…» impresiona por el derroche de medios, un despliegue inaudito para la época con miles de extras e innumerables decorados, o con escenas en las que participan docenas de barcos. Absolutamente apabullante. No se reparó en gastos para enseñarle al mundo el potencial ruso.
Dentro de ese lujoso envoltorio encontramos una fotografía implacable de la miseria reinante durante los últimos coletazos del mandato zarista. Los marineros, hartos de sus raciones de carne podrida y semi-devorada por los gusanos, se alzan en armas, lo que provocará la intervención de un regimiento de cosacos que arremeterán sin miramientos contra la plebe; asesinando a diestro y siniestro, sin hacer distingos entre niños, mujeres o abuelos. Eisenstein crea secuencias realmente duras que debieron horrorizar a los espectadores de la época, pero que, a fin de cuentas, contribuían a loar la victoria de la revolución y a despejar dudas sobre la conveniencia del marxismo.
Historia hecha cine, o cine que se ha acabado convirtiendo en historia. Cualquiera de esas definiciones es buena para describir este tótem del proto-cine. Y es que, viendo «El acorazado Potemkin» , nos queda cada vez más claro que tipos comoEisenstein , Murnau , Griffith y compañía sentaron las bases de un arte que, en realidad, tampoco ha evolucionado tanto como se podría pensar en estos 100 años de vida.