Joe Wright parece un serio aspirante al trono de James Ivorycomo adaptador oficial de novelas de época con sabor rematadamente inglés. Debutó en 2005 con «Orgullo y prejuicio», de Jane Austen, y ahora lleva a la gran pantalla esta «Atonement», de Ian McEwan, para mayor gloria de la cara bonita Keira Knightley (que repite con Wright) de cuya belleza se prende el director británico, convirtiéndola en epicentro de esta historia de pasiones interrumpidas y amores imposibles enmarcada en la II Guerra Mundial. Una historia que da, tal vez, demasiadas vueltas, hacia atrás y hacia delante en el tiempo (y vuelta a empezar), pero que, con todo y con eso, alcanza los objetivos que son de rigor en el género: tragedia, lágrimas y una voz en off leyendo cartas de amor al son de violines. Es lo que hay.
Haciendo un ejercicio de perversidad, «Expiación» podría definirse como un culebrón sofisticado con envoltorio de lujo en forma de una puesta en escena regia, tanto en las secuencias palaciegas como en los pasajes bélicos. Porque Wright no duda en poner el acento en las zonas más sensibleras de la novela que adapta, y corre tupidos velos sobre los temas más peliagudos: el tabú de las relaciones amorosas entre distintas castas sociales o el sexo visto como pecado mortal en la Inglaterra burguesa de los años 30. Como todos, Joe Wright elige su propio camino, y en este caso ha optado por entregar un producto de desahogo sentimental para amas (y amos) de casa de mediana edad. Correcto, pero poco valiente.