El muy ponderado (por algunos) director de «Irma Vep.» da un pequeño traspié en su último trabajo merced a lo que parece ser, al menos visto desde fuera, un problema de indefinición.«Boarding Gate» es demasiado pausada, hay demasiados impasse en su desarrollo como para resultar un thriller efectivo y, al mismo tiempo, a pesar de su cuidadísima estética y las abundantes secuencias de tono dramático que Assayas intercala aquí y allá, la poca profundidad en el retrato de sus personajes, la escasa información que de ellos se nos ofrece, impide que la cinta del director francés alcance niveles más elevados o reflexivos.
Esta historia de bajas pasiones, traiciones, mercadeo de droga y asesinatos que se mueve entre Paris y Hong Kong tiene su más importante fuente de regocijo en la estampa de Asia Argento.Asia despide sensualidad (o sexualidad) y aura de outsider a partes iguales, algo que tal vez la encasille de por vida en este tipo de papeles al límite, siempre viviendo en el desgarro relaciones obsesivas, aunque por ahora no nos cansamos de ella y de esa mirada que habla de fiesta perpetua y noches sin dormir. Tiene las ojeras más adictivas del cine actual y es su presencia la que ayuda a sobrellevar la, por momentos, cansina última propuesta de Assayas.
Hace gala de buen gusto para las actrices (Kelly Lin tampoco es manca) y de un estilo personal tras el objetivo el hijo de Jacques Rémy; lástima que esta vez no haya rematado la faena pergeñando un guión al menos tan poderoso como las curvas de la Argento.