Zach Helm ha llegado a Hollywood para inyectarles en vena a los grandes estudios un buen chute de creatividad y, sobre todo, de imaginación desbordante. Debutó el año pasado firmando el guión de la kafkiana «Stranger Than Fiction»; pero para «Mr. Magorium», además de hacerse con las labores de escritor, se coloca también tras la cámara para contar una historia infantil que huele a los clásicos del género; cuando no eran indispensables dragones ni osos parlantes para epatar a los más pequeños de la casa, sólo un lugar mágico -aquí una tienda de juguetes- y mucha, mucha fantasía bañada en una avalancha de colores y músicas para dejar boquiabiertos a niños y grandes (grandes que sean un poco niños, claro).
Con todo lo anterior, más un Dustin Hoffman delirantemente cómico, la calidez de Natalie Portman y el mocoso-genio Zach Mills, Helm ha facturado un producto atemporal que no depende del superhéroe del momento ni de los achuchones tecnológicos; sólo del poder de autosugestión, de la capacidad para imaginar mundos fascinantes del que se sienta frente a la pantalla.
Después de dar un paseo por la chocolatería de Willy Wonka, o aventurarnos en el reino de Oz, esta tienda de Mr. Magorium es una excelente parada para continuar con nuestra hoja de ruta abracadabrante.