El debut en la dirección de la actriz Julie Delpy arroja ya algunas conclusiones sobre lo que puede ser su futuro como realizadora, y casi todas ellas favorables. La francesa se destaca como una obsesa del control, y no sólo filma, actúa y escribe esta «2 días en Paris», sino que incluso se encarga del montaje y la banda sonora. En otras palabras: la Delpy se lanza cuesta abajo y sin frenos, cargando sobre sus hombros hasta el último ápice de responsabilidad sobre el producto final, lo cual le honra y mucho.
Como directora Julie ha heredado el pulso dinámico y moderno de su amigo Richard Linklater, de cuyos paseos parisinos en «Antes del amanecer» y «Antes del atardecer», toma prestada más de una idea para su ópera prima. Sin embargo, si Linklater cargaba de psicología y reflexiones sobre lo humano y lo divino sus estampas románticas de la Ciudad de la Luz, lo de Delpy se decanta claramente hacia la comedia de situación pura y dura. Cualquier parecido entre su pareja de enamorados y la realidad se adivina fruto de la casualidad pero, como contrapartida, Julie se destapa como una brillantísima ejecutora de diálogos que apelan a la esencia misma del sarcasmo y que sus personajes disparan con la cadencia de una AK-47. «2 días en Paris» tira de los mil y un clichés franceses (y de alguno yanqui) para lanzar cargas de importante profundidad irónica, deudoras inevitablemente de Woody Allen o, para no colocar a la novata bajo tan elevados próceres, del Kevin Smith más inspirado.
La Delpy se coloca a sí misma en primer plano para canalizar todo ese arsenal cómico, y es simpática como pocas, pero el verdadero peso pesado de la carcajada es aquí Adam Goldberg («Una mente maravillosa»), eterno secundario al que Julie explota en toda su grandeza sirviéndole un personaje que Goldberg conoce bien: un tipo hipocondríaco, escéptico, pertrechado de un eterno rictus de malas pulgas y siempre con un dardo en la lengua listo para apuntillar cualquier conversación. Adam es la piedra angular de la cinta, porque no cabe duda de que incluso los giros más ingeniosos pueden devenir en desastre si se colocan en las manos equivocadas.
Así pues, «2 días en Paris» aporta poco o nada al mundo de la pareja, a sus problemas reales y sus conflictos, pero su ritmo de tele-comedia americana, su falta de pudor y el (hasta ahora desconocido) talento de Delpy para el humor la convierte en uno de los mejores conglomerados de risas de los último meses. Ha nacido una estrella (renacentista).