The-Mission-Málaga-2008Wayne Hussey se ha cansado de The Mission. Después de más de veinte años de trayectoria (disoluciones temporales al margen)Hussey ha tomado la determinación de dedicarse a otros proyectos y dejar atrás la estela de rock plañidero del grupo que le puso en el mapa. Antes de echar el candado a la cripta, sin embargo, The Mission están dando su último do de pecho en una gira que concluirá a finales de mes en Londres, donde darán cuatro conciertos consecutivos en los que tocarán de pe a pa sus cuatro primeros álbumes (uno por noche, se entiende). Mientras llega ese fin de fiesta, Hussey y su grupo de eficaces escuderos han programado una suerte de «greatest hits tour» que, inusitadamente, les acaba de traer por tierras malagueñas.

Wayne podrá estar algo hastiado del estigma de The Mission, de las cruces de plata y los fans adictos a la sombra de ojos negro azabache, pero su entrega y su profesionalidad en directo no admiten discusión. Así lo demostró en Málaga, pese a toda una serie de factores que corrían en su contra. Un concierto a las 8 de la tarde de un domingo, con menos de la mitad de entradas vendidas y en un recinto que tal vez sea el idóneo para obras deWilde o representaciones de La Traviatta, pero desde luego no para un show de rock. Cuando los amplificadores de Wayne y compañía suben de octanaje, y desde hace tiempo The Mission se acercan más al rock duro que a los dejes góticos de antaño, la saturación sónica amenazaba con derribar los muros del Cervantes y las canciones llegaban al respetable imbuidas en una burbuja de reverberación que, por momentos, las hacía inidentificables. Tampoco hizo demasiado feliz al ex-Sisters of Mercy el encontrarse ante una audiencia apoltronada en el sillerío del patio de butacas, con lo que eso tiene de coercitivo para la interacción entre grupo y público. Pero no había otra. Hussey se quejó, se encogió de hombros, suerte y al toro. Poco a poco fue desgranando la inmensa mayoría de singles de su grupo, los que se supone que todos queríamos oir, y así fueron cayendo SeverinaButterfly on a wheelBlood Brothers, el Like a Hurricane de Neil YoungBeyond the pale… Nada posterior a 1990.

Estos The Mission de fin de ciclo suenan muy robustos; las canciones han sido desnudadas de la épica mística de antaño y en su lugar Hussey y sus mercenarios inyectan crudeza y algo de distorsión. Tal vez sea el signo de los tiempos, o tal vez sea sólo la voluntad de un hombre por escapar de su pasado. Sirva de evidente (o quizá no tanto) símbolo de que la mente de Hussey anda ya por otros retorteros musicales el potentísimo cierre con «1969», de los Stooges de Iggy Pop. Y nada más. Luces dentro, expediente cubierto, buen sabor de boca entre la bancada, y hasta otra. Seguro que el viejo Wayne, con «misión» o sin «misión», nos depara buenos momentos en el futuro. Estaremos a la escucha.

Como (brevísimo) aperitivo a los protagonistas de la tarde-noche, los germano-holandeses Dead Guitars deleitaron al respetable con 15 minutos escasos de pop-rock melancólico, deudor a partes iguales tanto de sus padrinos de gira como de The Cure y derivados. Le pusieron ganas, pese a que no tuvieron tiempo ni de sacudirse la modorra vespertina.

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