American-GangsterNo hay demasiados directores que, como Ridley Scott , puedan presumir de haber entregado, al menos, una obra maestra en cada género. Scott nos presentó a «Alien» , puso cara a cara a «Los duelistas», auspició la road movie feminista «Thelma y Louise» , y nos colocó a pie de arena en «Gladiator». Eso, resumiendo de forma atropellada y vaga su vasta carrera. Por lo tanto, con sus credenciales, afrontar una epopeya mafiosa como esta de«American Gangster» puede pasar por ser un mero trámite, peroRidley no se duerme en los laureles y firma un producción que puede mirar de igual a igual a totems del asunto gangsteril más o menos contemporáneos como «El precio del poder»«El funeral» o«Goodfellas» .

Cuenta «American Gangster» el ascenso y posterior caída de Frank Lucas, narco neoyorquino de altos vuelos que, como se suele decir, le comió la tostada a italianos, hispanos y chinos en eso del mercadeo de heroína allá por los años 70. Pero no es la cinta deScott ese alud continuo de balaceras y sangre típico del género. En ese sentido sublima paso a paso la escalada de Lucas y deja un poco al margen el espectáculo y la pirotecnia. Le interesa más realizar una semblanza de ese asesino inmisericorde, que lo es puertas afuera de su mansión, pero que, en petit comité , se muestra como un hombre de principios, de comunión semanal y poco amigo de los excesos. Un tipo que se nos presenta imbuido de cierta honestidad, sobre todo si se le compara con todos los polis corruptos que tratan de hacerle la competencia.

Paralela al devenir de este Robin Hood negro de los narcotraficantes corre la historia del detective que le siguió los pasos: Richie Roberts, su némesis particular. Una suerte de Serpico más solo que la una dentro de un departamento de policía que huele a podrido. Scott ensambla con maestría ambas líneas argumentales, la escalada de Lucas y las pesquisas de Roberts, y se apoya en una riquísima puesta en escena a la altura de las circunstancias que nos transporta ipso-facto a aquel New York de looks afro y música disco.

Para encarnar a ambos contendientes, dos actores que, hoy por hoy, parecen jugar en una liga diferente a la de la mayoría de sus colegas hollywoodienses. Denzel Washington saca a pasear su lado más explosivo, ese del que ya diera buenas muestras en«Training Day», pero aquí con algunos matices: en «American Gangster» puede ser un encantador hijo y padre de familia a la hora del café para convertirse en pocos minutos en un criminal impredecible. El actor neoyorquino vuelve a oler a Oscar. Por su parte, Russell Crowe afronta un papel con el que hemos aprendido a identificarle. Un hombre honrado, pero implacable; sereno, pero capaz de desatar, como su colega Washington, auténticas tormentas de furia y adrenalina. El de Crowe Washintgon es un choque de colosos que nos hace recordar el encuentro entre PacinoDe Niro en la trepidante «Heat» «American Gangster» comparte con la cinta de Michael Mann, además, un cierto clima de empatía entre policía y delincuente. Ambos se conocen (en la lejanía) y se respetan. En otra vida serían amigos y compartirían copas y tertulias, pero en ésta les ha tocado vivir uno y otro lado de la línea que separa el bien del mal.

Poco más que decir. Ridley Scott ha vuelto a poner sus galones encima de la mesa para ofrecernos una larga -2 horas y media- e intensa sesión de cine a prueba de bostezos y en la que el padre de «Alien» demuestra, a quien pudiera albergar la más mínima duda, que no importa si se trata de monstruos o amas de casa fugitivas, de pistoleros o o gladiadores. Si se colocan delante del objetivo de su cámara, ninguno de ellos tiene el más mínimo secreto para él.