Juntos-nada-másEl (muy) provecto Claude Berri pone el oficio y Audrey Tautou se encarga de la ternura y los buenos sentimientos en esta canónica historia romántico-sentimental que se aboca sin complejos ni reparos al final feliz. La diferencia fundamental entre la última de Berri y los pastiches americanos de corte similar (o del remake que probablemente nos caiga encima a no mucho tardar) radica en sus personajes, que tocan todos de firme con los pies en el suelo. La Tautou, o la chica que encarna aquí, es una santa (santa sexuada, ojo) y se muestra en toda su preciosa fragilidad; pero esa «santidad» suya nace de la amargura de la soledad; de querer querer y que la quieran; de conflictos por los que «Juntos, nada más» pasa de puntillas, pero que ni exagera ni esconde. Se puede alcanzar la felicidad a pesar de todo y de todos. Ése es el mensaje del director francés en su particular himno a la amistad y al amor (o a la amistad que acaba mutando en amor) hecho para disfrutar a corazón abierto.

No viene mal una buena llorera de júbilo de vez en cuando. Y sí, para amistad o lo que surja, ¡queremos a Audrey!