La-boda-de-Tuya«La boda de Tuya» es exótica por procedencia, de carácter cuasi antropológico por retratar vidas que parecen de otro planeta, e incluso tiene visos de viaje en el tiempo por esos usos y costumbres ancestrales de los protagonistas, habitantes todos ellos de la Mongolia Interior. La cinta de Quanang Wang es «diferente» en mucho aspectos, sí; excepto en su intríngulis, porque la Tuya del título, con marido tullido, dos hijos y una pequeña cabaña ganadera a su cargo, tiene que salir adelante con la sola ayuda de las dos manos que le dio su Dios, y eso, en Mongolia o en Tombuctú, es una situación universal. En coche, burro, o camello (como ella), las heroínas cotidianas lo son independientemente del factor socio-geográfico.

Con esos mimbres, y con kilómetros y kilómetros de llanuras hipnóticas que fotografiar, Wang compone un cuadro lleno de ternura, con resquicios incluso para el humor, aunque agridulce al fin y a la postre. Y es que la situación de los personajes que desfilan por la pantalla no da para muchos jolgorios, y Wang no siente la necesidad ni el impulso de desdibujar la realidad con finales felices, banquetes de perdices y orquestas resonando.

Sin duda Ken Loach habría estado encantado de conocer (y filmar) a la inconformista Tuya.