Un-plan-brillanteEl director de «El cartero (y Pablo Neruda)» embarca a Demi Moore y a Michael Caine en su robo del siglo particular. Entre diamantes anda el juego, y tanto como esas piedrecitas eternamente codiciadas brilla aquí la pareja protagonista. A Caine se le presupone la maestría, incluso aunque (no es éste el caso) todo se derrumbe a su alrededor; pero con la ex de Bruce Willis el asunto es algo más peliagudo. La Moore tiene fama de Rey Midas, pero a la inversa, y todo lo que ha tocado con su presencia en los últimos 15 años se ha convertido en basura (para qué tirar de eufemismos); sin embargo, de un tiempo a esta parte, parece dispuesta a redimirse y a su fantástica prima donna con querencia por el brandy de «Bobby» le ha seguido un trabajo más que solvente en esta «Un plan brillante», donde se le da carta blanca para explotar su belleza (está ahora más radiante que cuando moldeaba barro mano a mano con el fantasma de Patrick Swayze -el personaje, no malinterpreten-) y su indudable carisma defemme fatale. Juntos, Caine y Moore componen una extraña pareja que funciona. Hay química, al menos de cara a la bancada, y Radford les conduce por un argumento clásico con hechuras intemporales, manteniendo dignamente el tipo y la intriga hasta el minuto final.

No hay que complicarse demasiado la vida para entretener; tan sólo trazar unas pocas líneas maestras que, por supuesto, el director inglés (nacido en la India) conoce y ejecuta con una habilidad a prueba de escépticos.