Cada año hay un buen número de producciones que tratan de asaltar el trono de la comedia descerebrada adolescente que hace casi tres décadas se ganó a pulso «Porky’s» a base de humor grueso, incorrección política -bastante más evidente entonces que ahora-, y mucha, mucha testosterona pubescente. Con esas varas de medir, no hay duda de que «Supersalidos» es una digna aspirante. El ritmo de chascarrillos por minuto es más que aceptable y las carcajadas están aseguradas a poco que uno desconecte el lóbulo frontal. Por su parte, el orondo Jonah Hill -podría pasar por hijo del desaparecido Chris Penn– clava un personaje casi tan patéticamente cómico como el de aquel Pee Wee ideado por Bob Clark con el que tanto aprendimos sobre los misterios de la naturaleza, la libación de las abejas, y la erótica de las indígenas africanas.
La architípica bufonada de jovenzuelos americanos adaptada a los tiempos del Myspace y los móviles tribanda; avances tecnológicos que, por lo que parece, no han colocado en una mejor situación a estos nuevos púberes ultra-hormonados a la hora de aparearse con individuos del sexo opuesto.
Nadie podrá nunca igualar el hambre de sexo del viejo Pee Wee, ni a ese «air sex» ejecutado a base de poderosos espasmos pélvicos, pero lo de Greg Mottola y su troupe es un noble intento que deja tras de sí alguna que otra secuencia memorable a archivar en los anales de la gamberrada fílmica. Eso sí, mayores de 30, absténganse, y revisen «La revancha de los novatos» o «Desmadre a la americana». Captarán mucho mejor los conceptos y, lo que es más importante, evitarán caer en la cuenta de que se han hecho viejos.