Curiosa política la de las distribuidoras: para una vez que la traducción del título original («Acribilladlos») supone una perfecta sinopsis de la cinta de marras sin necesidad de transcripciones barrocas ni combinaciones de «fatal», «letal», «mortal», y similares, van esas buenas gentes y lo dejan tal cual, en inglés (o enchotemú , que será como la plana ibérica la retitule en el boca-a-boca). Y bien, eso es precisamente, una andanada de balaceras de las que hacen época, lo que Michael Davis propone y dispone. Acción pura y dura sin más miramientos argumentales que la descarga de adrenalina (o de testosterona, cuando cruza por la pantalla la curvilínea Monica Bellucci). Trepidación a ritmo de rock and roll y un look que es híbrido de las coreografías marciales de «Matrix» y el anime japonés. Dentro de esa espiral de ultra-violencia, el bueno de Clive Owen contra el malo malísimo Paul Giamatti, un bebé que se pirra por el heavy metal, y alguna que otra novedosa aplicación de las zanahorias y la leche materna.
Si para algún espectador «Shoot’em up» constituye un pobre reto intelectual, siempre puede jugar a contar mentalmente los tiros que se descargan durante la hora y cuarto de metraje. El resto, a desconectar de la locura cotidiana para entregarse a la locura deDavis. No se garantiza mensaje alguno ni aprendizajes, pero sí diversión.