Fast-food-nationLa dudosa procedencia de las materias primas que utilizan en sus recetas los establecimientos de comida rápida a debate y, de paso, un par de sopapos a la explotación de los inmigrantes y al sistema de valores americano. Ésos son los pilares que sustentan la kilométrica novela «Fast Food Nation» de Eric Schlosser. Por su parte, la cinta de Linklater podría definirse como un resumen avanzado dicho texto que hace hincapié en los pasajes más chocantes y escandalosos para entregar un producto demoledor, rodado con el pulso impecable del director tejano y mejor interpretado por un reparto casi coral. Por la pantalla desfilan Greg KinnearEthan HawkeBruce Willis o la colombiana Catalina Sandino («María llena eres de gracia»). Eso sí, correremos un tupido velo sobre el debut en la ¿interpretación? de la nena monina del punk-pop MTV, Avril Lavigne, porque lo suyo se queda en mera anécdota entre tanto talento situado delante y detrás de la cámara.

Tal vez «Fast Food Nation», la película, deje tras de sí la sensación de que hay más cera que la que arde. Son muchos los personajes y muchos los conflictos que se plantean y, pese a las dos horas largas de metraje, es probable que el espectador no quede saciado del todo. Pero no hay problema. Una visita a la librería más cercana para adquirir el libro de Schlosser puede poner solución a eso. En cualquier caso, Linklater cierra todas las puertas que abre. De manera más o menos precipitada acota la historia de cada personaje y completa el círculo, aunque alguno, como es el caso del interpretado por Kinnear, comienza copando varios metros de celuloide para terminar esfumándose del relato. Son los inevitables escollos que surgen al adaptar al cine obras de cierta densidad.

Esta «nación de comida rápida» es una seria candidata a mejor película del 2007, tan valiente y poderosa como repugnantes son los hechos que denuncia. Una hermana pequeña de «The Insider», que cambia pitillos por happy meals y big macs. Para acabar, un aviso a navegantes: visionar «Fast Food Nation» después de un generoso atracón en el MacDonald’s de turno puede desembocar en mareos, escalofríos o en la regurgitación involuntaria de las hamburguesas ingeridas. Por lo pronto el abajo firmante lleva unos cuantos días a base de ensalada de la huerta y agua mineral.