Lucky-YouEl director de «L.A. Confidential» se da al juego -figuradamente- y, de paso, entrega un retrato involuntario de lo mucho que cambian los tiempos. Si hace cuarenta años el «Cincinnati Kid» Steve McQueen sudaba la gota gorda, cara a cara con Edward G. Robinson, sobre una mesa de póker en una habitación que destilaba olor a habano y a bourbon, los peones de HansonEric Bana y Robert Duvall, se enfrentan en una lucha ludópata-parricida dentro de un macro casino de Las Vegas en el que ni se fuma ni se bebe y donde esas partidas de póker millonarias son sólo una atracción más para los turistas de pantalón corto y gorra de béisbol que pululan por allí. ¡Incluso televisan las timbas! Pero ahí, en las barajas de cartas, se acaban las conexiones entre «Lucky You» y la icónica cinta de Norman JewisonHanson factura la típica película «de competición» y tipos duros, con una estructura y unas formas que igual sirven para un roto que para un descosido: billar, apuestas, coches… Da lo mismo. Es una fórmula entretenida, tal vez, pero con poco o nada que ver con el submundo que pretende fotografiar. En el caso que nos ocupa, los ambientes del juego y las apuestas se nos antojan mucho más feístas y cainitas de lo que «Lucky You» arroja desde la pantalla.

Lo mejor, sin duda, el ten con ten entre un grandísimo -como casi siempre- Robert Duvall, en ese rol que tan bien ejecuta de viejo maestro de vuelta de todo, y un Eric Bana con bastante más carisma del que hasta ahora le presuponíamos. A los leones tiraremos todos esos minutos que Hanson dedica a juguetear con un romance rosa pastel que alarga innecesariamente la historia, y la estúpida carga de moralina final. Por lo demás, conviene realizar un cursillo express de póker si no se quiere andar perdido durante gran parte de la proyección.