Retrato-de-una-obsesiónPara glosar la figura de la prestigiosa fotógrafa Diane Arbus,Steven Shainberg adapta un texto de Patricia Bosworth que, si bien no arroja demasiada luz sobre la vida y la obra de Arbus, sí que trata de internarse de una manera libre y más bien figurada -el título original ya lo vaticina: «Un retrato imaginario»- en la psique de Diane; en su personalidad y en su genio para expresarse a través del objetivo de una cámara. También se ocupa esta biografía psicotrópica de su lucha interna a la hora de decidirse entre una vida entregada a esposo e hijos o el compromiso con su vocación artística.

Son más los logros estéticos que argumentales los que Shainberg alcanza en una cinta que, a falta de una línea de acción que nos lleve a algún lugar concreto, se reboza en el imaginario de la fotógrafa neoyorquina. De «La bella y la bestia» de Cocteau al mundo de freaks de circo y marginados de Tod Browning. Buscando siempre la belleza en la imperfección, este «retrato» constituye una oleada de secuencias cargadas de potencia visual y contenidos alegóricos. Para colmo de bienes, Shainberg se despacha con abundantes primeros planos de la Kidman , así que, llegados a este punto, las razones para acercarse a su película empiezan a ser de peso. Ella, la ex de Cruise , raya al nivel que acostumbra desde que se separó del cienciólogo, transmitiendo todo un crisol de emociones en otro de esos papeles que tanto le van a la australiana. Mujeres de carácter fuerte viviendo contracorriente en épocas y lugares en los que ese tipo de actitudes tenían carácter de blasfemia. Quizá le sobren los tiempos muertos y las excesivas pausas a la semblanza de Shainberg , pero cualquiera en su lugar también habría querido alargar las escenas de Nicole Kidman hasta el infinito y más allá.