Aunque el bueno de Dino Cazares se esmere en convencer a propios y extraños de que este proyecto, Asesino, no es el mismo perro (salvaje) que Brujería con distinto collar, no hay que tomar sus palabras como nada más que el consabido soniquete al que la mercadotecnia obliga. Asesino sigue siendo ese cóctel de metal extremo y temática porno-narco-satánica para asustar a niños y señoras de misa diaria que antes Cazares vomitaba desde detrás de un alias y una máscara y ahora defiende con el rostro lavado, que no la boca. De ahí, de la sucísima boca de Cazares y su cantante Maldito X salen títulos como «Padre pedófilo» o «Puta con Pito», con textos a la altura de las circunstancias («vamos a Adelitas/voy a joder a tu abuelita»), mientras de la guitarra del ex-Fear Factory proliferan los riffs graves y espídicos, único espacio, el guitarrero, en el que Dino marca en cierto modo la diferencia entre Asesino y Brujería, otorgándose a sí mismo y a algún que otro solo criminal mayores cotas de protagonismo. Son los privilegios del capitán de este barco de puteros y camellos fronterizos que se lanza de cero a cien en pocos segundos con la adrenalina como único combustible.
La broma ya no tiene tanta gracia como la primera vez, pero los tímpanos no entienden de conceptos, sólo de vibraciones, y«Cristo Satánico» pone a prueba su resistencia una vez más. ¡Agárrense los machos, pinche cabrones!