Soderbergh ha querido rendir tributo en su última cinta a los grandes maestros del cine de los años 30 y 40. Homenajear a sus ídolos le honra, pero uno no puede abstraerse a la sensación de que «El buen alemán» , antes que una recreación de las películas del Hollywood dorado, es una mera imitación más o menos trabajada, como esos bolsos Gucci que se pueden comprar en cualquier mercadillo de Shanghai. Rueda en blanco y negro, y ciertamente consigue texturas y sombreados que nos remiten aLang o Lubitsch , pero ese lenguaje cargado de «fucks» y «shits» no habría sonado demasiado bien en los labios de los Glenn Ford y compañía -o al menos esa es la impresión que tenemos ahora, más de medio siglo después-. Steven acierta con la pareja protagonista, Cate Blanchett es una perfecta femme fatale y a nadie se le escapa que George Clooney es lo más parecido que hay en la escena actual a los galanes de toda la vida. Sin embargo, no acabamos de encajar en el elenco a Tobey Maguire. Él es estandarte de esa generación de jóvenes intérpretes que seguirán pareciendo adolescentes con 40 años y que, por supuesto, habrían tenido pocas oportunidades en el cine negro. En aquél entonces los hombres eran hombres, para bien o para mal, yMaguire a duras penas podría haberle sostenido la pitillera a un Edward G. Robinson .
Con respecto a la historia que Soderbergh desarrolla,«Casablanca» es la referencia obligada. Todo, incluido un final con una avioneta a punto de despegar, evoca a las desventuras deBogart e Ingrid Bergman y su cruzada contra los nazis. Como en la mayoría de aquellas películas, el argumento es simple cual ameba y, para qué negarlo, plenamente superado en este siglo XXI. El tipo que irrumpió en la escena de los años 80 como un elefante en una cacharrería con la descarada «Sexo, mentiras y cintas de vídeo» , se vuelve conservador y clasicista 20 años después. Está bien eso de inclinarse ante el legado de sus mayores, pero se nos ocurren formas mucho más originales y actuales de hacerlo. «Barton Fink» de los Coen, o «LA Confidential»son buenos ejemplos de cómo revisitar el pasado sin necesidad de hacer simples copias. Este proyecto de Soberbergh puede haber resultado enormemente divertido y emocionante para él, pero no está claro hasta qué punto el público recibirá de buena gana una involución de 60 años en la pantalla del cine. En román paladino: ¿quién necesita sucedáneos pudiendo disfrutar de los originales gracias a ese invento llamado DVD? Traslademos el experimento del director de «Traffic» a la literattura, ¿qué tal reaccionaría el mundo de las letras ante alguien que decidiera escribir en pleno 2007 con las formas de Cervantes? Pues eso mismo.