Elisa-vida-míaA su modo Saura ha sido siempre un outsider , un enorme testarudo (como buen aragonés) únicamente comprometido con su particular forma de ver el arte y de entender el cine. Es uno de los últimos mohicanos, perteneciente a esa raza de directores-autores en grave peligro de extinción. A pesar de su reputación internacional nunca ha aprovechado su peso específico dentro de la industria para perderse en la autocomplacencia ni prestarse a proyectos ávidos de dinero fácil. Por eso y por mucho más vuelve a pasearse por nuestra sección de clásicos.

En los 70 Carlos entregó algunas de sus cintas más personales y herméticas, historias intimistas y atormentadas, simbólicas e introspectivas; santo y seña de su personalidad como creador. De«Cría cuervos» «Ana y los lobos» , de «El jardín de las delicias»hasta esta «Elisa, vida mía» . Las relaciones humanas, el desapego y la crisis en mayúsculas marcaban su cine a hierro y a fuego. En«Elisa» rompía con la ortodoxia en la narración y nos introducía en una historia circular donde se confunden realidad y ensoñación. Un tono grave y con algo de nihilista para expresar las dudas y la amargura crecientes en una pareja cuyo amor toca a su fín. Lo traumático de aceptar que, tal vez, se han tirado a la basura unos años que ya no van a volver.

En cuanto al elenco, pieza básica de la cinta dada su tremenda carga emocional, Saura contó con una par de ases: su pareja de entonces, Geraldine Chaplin , y el mítico Fernando Rey . LaChaplin se vacía literalmente delante de la cámara; no es su trabajo un derroche de academicismo, lo suyo es puro instinto. Claro, que todo debe resultar muy sencillo si la réplica te la da un gigante como Rey .

En resumen, una película dura y poco accesible, donde no todo tiene un por qué ni una respuesta (al menos no a primera vista). Algunos la tacharán de pedante o pretenciosa, pero es sólo porque el director oscense se atreve a ir más allá de lo evidente y lo asequible. Ya se ocupan otros de darle al público la papilla diaria bien machacadita y sin grumos.