Nancy-Sinatra-2004-bParece como si el amigo Morrissey estuviera haciendo méritos últimamente para caer en gracia a los muchos (muchísimos) que, desde distintos sectores, nunca han visto al líder de los Smiths con los mejores ojos. Admitámoslo, no es el tipo que mejor cae del negocio, y desde luego su música siempre ha sido un martirio para las facciones más duras del mundillo musical. Pero los hechos son los hechos: suya es la culpa de que los New York Dolls se reunieran después de 30 años, porque para eso fue presidente de su club de fans, y suya fue la responsabilidad de poner a Nancy Sinatra de nuevo en el mundo de los vivos con este disco homónimo que llega casi cuarenta años después de su última grabación de estudio. Lo dicho, algunos, más que les duela, tienen más de dos y más de tres cosas que agradecerle al autor de ‘This Charming Man’ .

Y bien, ¿qué es lo que le ha preparado Morrissey a la sexagenaria Sinatra para despertar el interés de propios y extraños? Bueno, para empezar ha recurrido a un buen puñado de autores más o menos actuales para surtir a la hija de La Voz de material moderno. Por los créditos del disco aparecen Jarvis Cocker (Pulp), Pete Yorn Joey Burns (Calexico), o el mesías indie Thurston Moore (Sonic Youth). Pese a que esta retahíla de nombres en principio no alimenta grandes expectativas y hace temer una importante falta de homogeneidad en el álbum, lo cierto es que, contra todo pronóstico, se han complementado más que correctamente y, en la medida de lo posible, se han alejado de las líneas habituales de sus respectivos grupos.

La cosa arranca con aromas fronterizos, gracias al ‘Burnin’ down the spark’ cedido por el jefe de Calexico . Guitarras de western y unos vientos norteños ponen a Nancy directamente en el mapa del siglo XXI. El tipo que maneja los hilos en Pulp colabora con un par de temas, quizás los más flojos del disco: ‘Don’t let him waste your time’ ‘Baby’s coming back to me’ , ambos cortados por el mismo patrón de pop melancólico y algo somnífero. ‘Don’t mean nothing’ , del cantautor/alternakid/etc. Pete Yorn , es un soplo de aire fresco y melodía que bien podrían haber firmado Tom Petty o los Jayhawks más acelerados. ‘Momma’s boys’ tiene la rara virtud de conjugar la angustia sonora de Sonic Youth y los ecos de ‘Bang Bang (My baby shot me down)’ y otros clásicos del repertorio de la Sinatra . Por supuesto el propio Morrisey aporta también algo de su particular cosecha: ‘Let me kiss you’ , el momento álgido del álbum junto a la reinterpretación de ‘Baby please don’t go’ , un tema que Little Steven compuso hace unos cuantos otoños para Ronnie Spector y que pasa por ser la canción que más nos acerca a la imagen que todos tenemos en la cabeza de aquella chica de botas altas y (mini)minifalda. Al final esperanU2 , pero que no se asuste el respetable, ‘Two shots of happy, one shot of sad’ es una perla desconocida de los irlandeses que, con aroma a piano bar y sabor a derrota, cierra uno de los renacimientos más brillantes de los últimos tiempos. Lo que no se espera siempre es recibido con un poco más de excitación, y desde luego no creo que nadie esperase hoy por hoy nada de Nancy Sinatra . Estábamos felizmente equivocados y Morrisey lo sabía.